Nada puede detener la primavera: cobarde atentado terrorista en San Petesburgo

Santo Domingo, R.D.- No porque en los últimos tiempos sean frecuentes los salvajes atentados terroristas contra civiles indefensos y en localidades pacíficas, la Humanidad podrá aceptarlos con trágica resignación. A la lista del horror se suma hoy&#8

Santo Domingo, R.D.- No porque en los últimos tiempos sean frecuentes los salvajes atentados terroristas contra civiles indefensos y en localidades pacíficas, la Humanidad podrá aceptarlos con trágica resignación. A la lista del horror se suma hoy San Petersburgo, la bella ciudad rusa del río Neva, patrimonio cultural mundial y de una historia legendaria.

Una explosión, a todas luces deliberada y con el propósito de causar la mayor cantidad posible de víctimas inocentes, ha sacudido en el día de hoy  el metro de la segunda ciudad en importancia del país, ensangrentando con 10 fallecidos y casi 50 heridos  el inicio de la primavera que los rusos, tras largos meses de invierno, esperan con tanta ilusión.

Al parecer, esa era la intención de los terroristas que organizaron tan meticulosamente el atentado. A la primera explosión debió suceder una segunda. En este caso, el artefacto criminal estaba escondido dentro de un extintor de incendios, que fue detectado a tiempo por las autoridades. La bomba que estalló estaba repleta de metralla: no se trataba de advertir o hacer propaganda, sino de matar, y a cuantas más personas, mejor.

Desde 1995, este sería el ataque terrorista número 43 contra ciudadanos rusos, o en ciudades y poblados de ese país. Entre los más sangrientos se recuerdan la toma de rehenes en un hospital de la ciudad rusa de Budiennosk, con el saldo de más de 100 muertos (junio, 1995), la toma de rehenes en un teatro moscovita (octubre, 2002), donde murieron 42 terroristas y 129 civiles, y la bomba que estalló en la estación de ferrocarril de Yessentuki (diciembre, 2003), provocando 46 muertos y 160 heridos.

Aunque aún ninguna organización terrorista ha reivindicado el cobarde crimen, es de esperar que en las próximas horas se conozca la autoría de los ataques. Muy probablemente, dado el método empleado, se trate de ataques yihadistas, tras las derrotas sufridas por las hordas genocidas de ISIS en Siria e Irak, y la participación rusa en la guerra de Chechenia.

Como ha sucedido en situaciones similares, toda la solidaridad de los gobiernos del mundo, de los organismos internacionales, de los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil, se han volcado en expresiones de unánime condena y de apoyo a las víctimas y sus familiares. Solo el puñado de asesinos que  trata de imponer su visión medieval del mundo al resto del planeta ha de estar celebrando la tragedia.

Hagan lo que hagan, las organizaciones criminales del terrorismo, no podrán detener ni la vida libre de los pueblos del planeta ni  revertir los procesos de convivencia pacífica y relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo, que han venido imponiéndose en el mundo, aún cuando persistan focos de guerra, inestabilidad y explosiones de odio e intolerancia.

Nuestro Movimiento Izquierda Unida, unido a los sectores más sensatos y amantes de la paz, repudiamos y condenamos esta explosión de demencia criminal que ha enlutado hogares rusos. Bajo el manto de las interpretaciones religiosas extremas que las producen se esconden intereses hegemónicos y geopolíticos que nada tienen que ver con las creencias. En el fondo, ninguna de las religiones universales que conocemos, incluido el Islam, serían posibles sin un principio moral y humanista. Matar inocentes es la evidencia de una asquerosa inmoralidad y cobardía.

Mal conocen al pueblo ruso, como antes al norteamericano, al francés, al inglés y al español, los que creen que con atentados terroristas podrán amedrentarlo. Los descendientes de quienes detuvieron en 1945 al fascismo alemán en su marcha triunfal por Europa, y salvaron junto a sus aliados a la Humanidad de un mundo tétrico, los esperan de frente y con la energía y unidad requeridas para propinarles su derrota definitiva.

Nada puede detener la primavera. El pueblo ruso lo sabe de sobra.

 

 

 

 

 

 

 

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