A 100 años de la “Invasión del 16”

Ante el caos y la turbamulta nacional y como forma de alertar sobre sus intereses, el Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en el país, William W. Russell, “el 19 de noviembre (de 1915), pasó a nuestra Cancillería su…

Ante el caos y la turbamulta nacional y como forma de alertar sobre sus intereses, el Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en el país, William W. Russell, “el 19 de noviembre (de 1915), pasó a nuestra Cancillería su nota No. 14”, demandándonos: “1.°. La aceptación de un Consejero Financiero, que fiscalizaría la recaudación de los ingresos y el estricto cumplimiento del Presupuesto Nacional (…); 2.° La disolución del Ejército y la creación de una Policía o Gendarmería bajo el mando de oficiales americanos. Se tomaba como pretexto la violación de parte del Gobierno dominicano, a partir de la muerte de Cáceres, de la cláusula 3.° de la Convención Domínico-americana, que le prohibía contraer nuevas deudas sin la autorización del Gobierno americano.” (Luis F. Mejía, De Lilís a Trujillo: 189-190).

Esta advertencia fue desoída por la dirigencia nacional y unos 6 meses después, tomando como pretexto las pugnas internas que tenían dividido al país, y la ocupación de la ciudad capital por Desiderio Arias, la imposibilidad del Presidente Jiménez de someter a los rebeldes y la posterior renuncia de este de día 7 de mayo; el 13 de mayo de 1916 el contraalmirante Caperton y el ministro Russell, enviaron este ultimátum: “Generales Desiderio Arias, Mauricio Jimenes y Cesáreo Jimenes (…) en vista de la política públicamente anunciada de los Estados Unidos de América, de mantener por la fuerza, si se hace necesario, las actuales autoridades constituidas de la República, los abajo firmados (…) le intiman el desarme de las fuerzas militares que (…) hay en (…) Santo Domingo, la evacuación de todas las posiciones fortificadas (…) y la entrega a la custodia de las fuerzas de los Estados Unidos de América de todas las armas y municiones que haya en la ciudad (…)”.

Luego prosigue con la advertencia de que todo “debe ser cumplido antes de las seis a.m. del día 14 de mayo de 1916”, pues de no hacerlo “a las 6 a.m. del día 15 de mayo de 1916, se empleará la fuerza para desarmar a las fuerzas rebeldes que hay en la ciudad de Santo Domingo y para sostener al Gobierno constitucional”. (P. 199-200).

Aun después de esta compleja situación seguían las luchas de facciones intestinas, que Juan Isidro Jiménez Grullón denomina: “Politiquería y burguesía cooperan al hundimiento de la Patria”, y se escoge al doctor Francisco Henríquez y Carvajal como presidente de la República pero: “ya los marinos habían extendido su dominio sobre la totalidad del país”, (La República Dominicana. Análisis de su pasado y su presente. Pág. 122).

Este proceso tuvo su punto culminante el 29 de noviembre de 1916, cuando el capitán H. S. Knapp, “recién llegado al país, dio a conocer una proclama declarando que desde esos momentos la República Dominicana quedaba bajo un estado de ocupación militar, “sometida al Gobierno Militar y al ejercicio de la ley militar”.

La invasión terminó formalmente en 1924. En el transcurso y posterior a ella sucedieron muchas cosas, hasta el ascenso de Trujillo en 1930.

De aquellos hechos capitales en la historia nacional que sucedieron en mayo del 1916, se cumplen en estos días 100 años.

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