Son muchos los seres humanos que consideran el sueño como una pérdida de tiempo. Sin embargo, dormir resulta vital para la salud física y mental. Por algo la propia biología requiere que los seres humanos permanezcamos un promedio del 30% de nuestro ciclo de vida durmiendo.
Se dice que lo normal es dormir ocho horas continuas, y que con los años las necesidades de sueño van disminuyendo. También se dice que su reducción nos expone a trastornos físicos y cerebrales, los cuales se traducen en trastornos metabólicos así como pérdida de la capacidad de memorización, concentración y dificultad en el aprendizaje.
La fisiología del sueño es compleja y se le conoce al descanso nocturno como especie de taller donde reparamos los daños físicos que son propios de las faenas y vigilia, así como para llevar a cabo el proceso de memorización de los eventos del día y la fijación de los recuerdos.
Es una realidad que los estilos de vida modernos atentan con la cantidad y la calidad de nuestro sueño. Cada día pasan nuevos miembros a la lista de millones de seres humanos afectados o que padecen de trastornos del sueño.
Empecemos todos a entender que el sueño es parte fundamental por sus efectos reparadores y de reordenamiento de los grandes centros nerviosos.
El sueño y su calidad son parte importante de la tríada que se completa con el ejercicio físico y una alimentación adecuada.