Al compás de cada instrumentista

Si hay algo a lo que el gobierno debería prestar  atención es a que sus mensajes estén unificados en torno a los planes y objetivos perseguidos. Sin embargo, muchas veces se tiene la impresión de estar frente a un grupo de concertistas…

Si hay algo a lo que el gobierno debería prestar  atención es a que sus mensajes estén unificados en torno a los planes y objetivos perseguidos.

Sin embargo, muchas veces se tiene la impresión de estar frente a un grupo de concertistas tocando cada quien de forma independiente sin lograr transmitir una verdadera melodía en conjunto.

Y este no ha sido un mal solamente de este gobierno, sino que se ha presentado también en el pasado. Resulta paradójico que siendo el partido oficial tan ortodoxo y habiendo dado evidencias de su espíritu de cuerpo para lograr intereses comunes, no obstante las naturales divisiones de pensamiento y corrientes existentes a lo interno, no haya sido capaz de lograr tal unicidad y armonía en las ejecutorias de sus gobiernos.

Parecería que todos están dispuestos a seguir los lineamientos en aras de lograr el objetivo fundamental de retener el poder, pero que a la hora de gobernar cada quien quiere preservar su espacio, intentando manejarlo aisladamente cual si fuera una unidad autónoma que no guarda relación con las directrices generales del Ejecutivo.

A pesar de las promesas de campaña del Presidente y sus intentos frustrados en la transición de poner un poco de orden en la administración pública mediante el voto de una ley de salarios públicos, se percibe un abandono de los esfuerzos, como si se hubieran rendido ante la dificultad de controlar a tantos caciques y el temor a las consecuencias de hacerlo.

Aunque conforme a la nueva ley de Administración Pública el ministro de la Presidencia es el jefe de gabinete y debe coordinar sus ejecutorias, para nadie es un secreto las malquerencias que el cumplimiento de este mandato legal le ha ocasionado dentro de su propio partido.

Por eso en los temas más importantes de la agenda nacional dan la impresión que no podrán avanzar con la celeridad requerida ante la falta de directrices claras y de coordinación entre los principales actores estatales; pues cada quien ve el problema desde su perspectiva, o peor aún, siguiendo sus propios intereses. Por eso cada uno tiene su propio proyecto debajo del brazo, que es el único que le interesa impulsar, en vez de que todos estén apostando al mismo.

El tiempo es implacable y pasa irremediablemente. El gobierno debe entender que solo unificando criterios y empujando una sola carreta en la misma dirección, podrá al final del cuatrienio tener más resultados tangibles que promesas perimidas en sus manos.

Las transformaciones fundamentales que este país requiere necesitan de una visión de conjunto, de acciones coordinadas y de denodados esfuerzos de todos.  Si seguimos evitando crear ronchas dejando a cada quien gobernar su cacicazgo y prefiriendo crear instituciones a la medida de cada funcionario para no tener que tomar las decisiones necesarias, no solo el gobierno podría perder la oportunidad de tocar sus partituras afinadamente, sino que todos tendremos que pagar las consecuencias de haber tolerado que nos hagan bailar al compás de cada instrumentista y no haber exigido una orquesta unificada. l

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