Otra vez, la República Dominicana se encuentra entre los países del mundo con estadísticas alarmantes y en esta ocasión relacionadas con la alta incidencia de muertes por accidentes de tránsito. Sólo nos supera un lejano país, en este caso, la Isla de Neiu, con cifras aún más escalofriantes.
Pero lo más importante, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es que el país, en solo cuatro años, duplicó la incidencia de muertes y número de accidentes reportados.
Lo primero está relacionado con la debilidad estructural y asistencial de la red pública en el manejo apropiado de los traumas.
Deberíamos incluso cuestionarnos sobre qué es más importante, si disminuir la delincuencia u organizar el tránsito aplicando sus leyes y sus reglamentos en la población. El país se ha convertido en un hormiguero de taxistas osados y mal educados y de motociclistas temerarios e inconscientes.
Cambiar esto demanda de voluntad política y mano férrea, lo cual está demandando que se haga visible cuanto antes ya que de lo contrario nuestras cifras serán imbatibles.
El cáncer y la enfermedad cardiovascular dejarán en poco tiempo de ser dominantes como causa principal de muerte en los dominicanos ya que la tragedia motorizada será parte de nuestra gran tragedia nacional.
