Germán Mejía dice que no hay forma de evitar mora judicial

Señoras y señores, es de honradez reconocer que, pese a que tratamos de dar respuestas a las demandas de la sociedad, para una justicia más pronta y de más calidad; la cantidad de expedientes que entran a los tribunales sobrepasan la capacidad…

Señoras y señores, es de honradez reconocer que, pese a que tratamos de dar respuestas a las demandas de la sociedad, para una justicia más pronta y de más calidad; la cantidad de expedientes que entran a los tribunales sobrepasan la capacidad de los mismos. Esto tiene un nombre: Mora Judicial.

Este flagelo que azota al Poder Judicial ha sido combatido por distintos medios, pero la realidad es que, en las condiciones actuales, no hay manera de evitarla.
La geopolítica nos manda a conocer nuestros territorios y a quienes los habitan, para, en base al conocimiento, construir la paz que conduce hacia la felicidad. Y la sociología jurídica nos dice que la mejor forma de vivir es desde el reconocimiento de que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derecho.

El Poder Judicial Dominicano hace honor a ambos planteamientos y está comprometido con la garantía de los derechos de las personas que acceden a los tribunales todos los días y que solicitan que se haga justicia.

Les aseguramos, que nuestro objetivo, en este 2014, es lograr que cada juez y cada jueza de la República Dominicana se acojan cada vez más a la obligación de realizar un servicio apegado a los códigos de ética iberoamericano, centroamericano y dominicano; trabajo que ya iniciamos con la campaña “Modelando lo que Somos”.

Nuestro compromiso es continuar fortaleciendo una justicia con independencia, eficiencia e imparcialidad, pero con respeto a la Carrera Judicial. Por ese camino seguiremos hacia adelante, en aras de un nuevo paradigma sin precedentes en la administración de justicia.

En este 2014, concluiremos los trabajos de reforma y estandarización para que la selección, ingreso, nombramiento, ascenso, traslados, evaluación del desempeño y régimen disciplinario de los jueces se lleve a cabo, descartando cualquier tipo de privilegio, de influencia interna o externa y cualquier acto discriminatorio. Eso será un estímulo para el ingreso a la Carrera y a la permanencia en ella.

Continuaremos  orientando esfuerzos para que los servidores judiciales tengan una retribución económica adecuada a la dignidad de sus funciones,  para fortalecer su seguridad social y hacer más satisfactorios los lugares en los cuales se labora; tomando en cuenta que los jueces son el pilar del Poder Judicial.

La justicia del siglo XXI sólo podrá legitimarse a través de sus fallos y de su atención a la demanda ciudadana. Es de esta manera que obtendremos la confianza plena de los justiciables. Necesitamos una judicatura honesta y eficiente, con vocación de servicio y sentido de pertenencia sin reservas.

El pueblo exige una mejor justicia. La realidad de hoy no es como la de antes, en la cual la judicatura no tenía responsabilidad directa con los usuarios. La ciudadanía asume y comprende que la justicia es un servicio público y lo exige. La justicia se democratizó y eso es muy positivo, para exigir de más trabajo y sacrificio.

Tenemos que asumir esta visión, vencer la resistencia al cambio, saber que la administración de justicia requiere una gerencia ágil, pronta, eficiente, eficaz, prudente y ética. Inteligencia, capacidad, cultura, conocimiento, sabiduría y prudencia, trabajando por un mismo objetivo.

Tenemos el compromiso de seguir fortaleciendo los sistemas informáticos para obtener datos precisos sobre la productividad judicial.

Estamos convencidos de que, desde el Poder Judicial, debemos contribuir con la construcción de una sociedad en la cual tengan vigencia efectiva la justicia y la paz.

Estamos convencido de que, la mejor forma de desarrollar la labor judicial es contando con la bondad de las personas y el compromiso institucional, actuando con disciplina, austeridad, vocación y humildad.

Tenemos una sociedad participativa que exige sus derechos, y es obligatorio ser eficientes, eficaces, honestos y transparentes. Nuestra principal legitimación es una justicia pronta y con fallos que entreguen seguridad y confianza a toda la sociedad. La función jurisdiccional no puede realizarse de espaldas a la realidad. La justicia debe ser administrada con los ojos abiertos, pero con la imparcialidad de quien no ve a ninguno de los litigantes.

Gracias a Dios que ha permitido que el pueblo dominicano se haya vuelto demandante y exija cada día una mejor justicia. Así tenemos una gran oportunidad para cumplir con un servicio público que debemos ofrecer de forma democrática y transparente y, sobre todo, de dar solución a las demandas de los usuarios.

En el Poder Judicial hemos comprendido la urgencia de conocer bien a la comunidad en que desarrollamos nuestra actividad, por eso estamos propiciando acercamientos de los jueces y juezas con la comunidad, bajo la convicción de que tenemos un fin primordial que nos une, que es el logro de la paz social.

El acercamiento a la sociedad debe confrontarnos con una pregunta vital sobre el tipo de país que queremos construir para las futuras generaciones y en el que queremos vivir. Inevitablemente cualquier respuesta a esta interrogante tiene de la mano a la palabra justicia, con toda su carga teórica, ideológica e histórica, por ser la primera virtud de las instituciones sociales.

La actividad judicial debe llevarse a cabo para que se convierta en un artífice de la justicia, por medio de la equidad y el derecho; no en una bala demoledora de los derechos de una de las partes a favor de la otra. Debe contribuir cada día a disminuir los grados de la desigualdad. Debe ser ejercida con humildad y prudencia, pero con dignidad, como lo sustentó Platón en la “República”.
Citamos: “La justicia es armonía y salud del alma mientras que la injusticia es enfermedad y discordia, si la vida no vale la pena vivirla cuando se está enfermo, menos aún cuando está enferma el alma”.

En una ocasión dije: “el que esté cansado moralmente, debe abandonar la justicia”. Ese es mi convencimiento, y por lo que me permito ratificarlo.

La justicia debe ofrecer a quienes le sirven la satisfacción del deber cumplido y la felicidad de haber contribuido a que otro se sienta satisfecho en su máxima aspiración: encontrar en la tierra lo que Dios ofrece en el cielo: igualdad y justicia para todos.

Servir desde el Poder Judicial es un sacrificio, y un privilegio de servir a la virtud por la que Jesucristo siempre luchó: la igualdad.

Para los jueces quiero dejar este mensaje: un buen juez es el que tiene capacidad para interpretar bien los diferendos que le llegan a sus manos, para construir argumentos para darles soluciones justas y a quien acompañan la ética y el convencimiento de que a la sociedad se llega para servir y no para servirse.

Para una justicia en las condiciones que hemos descrito se necesitan más jueces, más tribunales, así como más empleados capacitados, más edificaciones y más tecnología.

Y, si la justicia no cuenta con los recursos presupuestarios necesarios, ésto no será posible. Pero también digo, que será posible, al decir de Paulo Coelho, en su último libro “Aleph”: las afirmaciones negativas seguras, sólo pertenecen a la mediocridad y yo no soy uno de sus militantes.

Muchas Gracias a todos y a todas, por haberme escuchado con paciencia,
Dr. Mariano Germán Mejía.

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