Juventud educada y con smartphones

En su obra “Poder en Movimiento”, Sidney Tarrow  establece que el poder de los movimientos sociales se expresa en el momento en que…

En su obra “Poder en Movimiento”, Sidney Tarrow  establece que el poder de los movimientos sociales se expresa en el momento en que los ciudadanos corrientes unen sus fuerzas para enfrentarse a las elites, a las autoridades y a sus antagonistas sociales. Esta concertación se da en función de objetivos comunes o de una buena razón que dé sentido a la acción colectiva. En el caso dominicano, y en el marco de sus últimas protestas, apareció una pancarta con el mensaje: “No subestimen el poder de una juventud educada y con smartphones”, el cual expresa las características de los grupos que se han articulado para enfrentar el profundo déficit fiscal y la resistencia a establecer responsabilidades. Su razón fundamental es la lucha contra la impunidad.

No se puede negar la participación de personas de distintas generaciones en estas protestas. Sin embargo, el actor principal del movimiento social frente a la reforma fiscal lo constituye la juventud que ha tenido la oportunidad de formarse y por lo tanto, de tener mayor libertad en sus pensamientos y acciones. Muchos de estos jóvenes han acumulado una importante experiencia de lucha y de trabajo social. Su participación en el movimiento ambientalista y en la campaña por el 4% del PIB para educación, les ha fortalecido y les ha enseñado que es necesaria la protesta pacífica pero persistente, si se quieren obtener logros sociales. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), han ofrecido una excelente herramienta para la participación y la lucha ciudadana.

La diversidad, la descentralización y el liderazgo compartido caracterizan a este movimiento. Lo articula una profunda indignación frente a la corrupción, la impunidad y el Estado derrochador, pero también el malestar ocasionado por un discurso arrogante que intenta justificar estas graves faltas. Intentar descalificar estas protestas ciudadanas bajo el argumento de que son promovidas por un partido político o de que forman parte de una campaña de descrédito frente a determinado liderazgo, es un mayúsculo error. Esto pone en evidencia la falta de compresión de los nuevos movimientos sociales por parte de la clase política tradicional.

Ni la intimidación, ni mucho menos la represión podrán detener el legítimo derecho a las protestas que tienen estos grupos. Es tiempo de acostumbrarse a que una parte importante de la sociedad no está dispuesta a permanecer indiferente frente al accionar de los políticos y les exigirá cuentas de sus actuaciones. Dentro de ella, la juventud educada y con smartphones seguirá demandando un Estado responsable y en capacidad de enfrentar la corrupción.

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