Libertad de cultos en nuestra Constitución

Nuestro país alberga desde hace décadas religiones y creencias que cada día van penetrando en la mente de muchos dominicanos.…

Nuestro país alberga desde hace décadas religiones y creencias que cada día van penetrando en la mente de muchos dominicanos. La diversidad de cultos es un derecho inherente al ser humano consagrada en la Constitucion desde el primer proyecto que Duarte elaboró.

Como la libertad de cultos es una de las libertades que no admite supervisión,  habría que establecer mecanismos para  diferenciar cuando se trata de una agrupación que cultiva y desarrolla una creencia religiosa o bien se escuda en la fe para conducir a un grupo de “creyentes” a atentar con su propia seguridad cayendo en un fanatismo que conlleva acciones extremas como la ocurrida recientemente en Sosúa, Puerto Plata.

Lo de Sosúa, una secta, con vínculos en el extranjero, armada “hasta los dientes”, que esperaba el fin del mundo este año, ataca a una patrulla policial que fue a allanar el lugar, debe llamar la atención de las autoridades.

¿Cómo logra una organización de este tipo establecerse en el país? ¿Bajo qué argumento construye una veintena de viviendas adonde no permitía el acceso a nadie, ni siquiera de las autoridades, que no perteneciese a su organización? ¿Cómo logra armarse y blindarse “hasta los dientes” bajo la indiferencia o la impotencia de las autoridades, pues según se  reseña, ese grupo había atacado en ocasiones anteriores a las autoridades porque se negaban a que alguien penetrase al lugar?

Los alcances del fanatismo en cualquier escenario resultan una amenaza  para todos. Días atrás en Higüey y bajo el alegato de que el joven padecía problemas mentales, otro “creyente” asaltó la basílica lanzando improperios y destruyendo imágenes. Se precisa diferenciar la libertad de cultos y la instalacion de grupos que se ocupan de aglutinar personas con el fin de “sembrar” en sus mentes acciones desestabilizadoras para ellos y su entorno. Acciones temerarias.

Que la libertad de cultos de la que disfruta el pueblo dominicano no sea aprovechada para que en cualquier espacio físico, sea una casa, un salón de clases o hasta un patio, se alce un supuesto “predicador” o “predestinado” y rompa a vaticinar, como este caso en Sosúa, acontecimientos como el fin del mundo, sembrando en la mente de los más débiles e ignorantes, mandatos para encauzar sus fuerzas, casi siempre oscuras, hacia un fin, casi siempre funesto.

Que se espabilen las autoridades, que se ponga un freno a estos supuestos religiosos. Que se establezcan algunos procedimientos tendentes a diferenciar una cosa de la otra. En caso contrario, seguirán agrupándose, bajo la alegada libertad de cultos de la que disfrutamos los dominicanos, para llevar a cabo sus acciones de orden extremo, como el caso de Sosúa, Puerto Plata.

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