Manuel Arsenio Ureña Guzmán: Un ser humano fecundo

Nació en la Sierra, Cordillera Central. De origen humilde, pero jamás abdicó de su humildad, ni de su infancia de carencias infinitas; al contrario, siempre que lo refería, reivindicaba su modesta extracción, la que logr

Nació en la Sierra, Cordillera Central. De origen humilde, pero jamás abdicó de su humildad, ni de su infancia de carencias infinitas; al contrario, siempre que lo refería, reivindicaba su modesta extracción, la que logró superar gracias a su trabajo constante y honesto.Y si en lo económico alcanzó altas y merecidas cumbres, donde más méritos cosechó fue en sus innumerables obras de bien social. Arsenio fue un filántropo completo, desde la ayuda habitual y espontánea a familiares, relacionados, empleados; el fomento del cooperativismo, la alfabetización en todos los campos de Guama, San José de las Matas, hasta la creación de grandes y exitosas empresas que han dado y siguen dando el sustento a cientos de familias.

Amaba la naturaleza, le gustaba viajar por distracción y para aprender. Al regreso traía ideas innovadoras que enseguida implementaba entusiasmado, secundado por su inseparable y amorosa esposa Camelia. Sembrador incesante de plantas y semillas foráneas, trajo al país la Macadamia. Promotor del Plan Sierra, dejó reforestadas y productivas amplias extensiones en Los Montones, El Mochito, Restauración; inició la expansión de la caoba hondureña, (de ciclo más corto que la criolla) transmitió la idea  de que el campesino puede aprender a explotar sus tierras y sus montes sin depredar el medio ambiente.

Fundador de asociaciones de comerciantes, movimientos cooperativistas y educativos, presidente del Banco Ademi (impulsó los planes de préstamos para pequeños y medianos comerciantes), co fundador de la Universidad Católica Madre y Maestra y del plan de becas para estudiantes y constructor de iglesias en los campos que tanto amó.

¡Cuántas obras realizadas! Podría escribirse más de un libro sobre este hombre visionario, laborioso, bondadoso, humanista, sereno, de eterna sonrisa, un rostro que inspiraba paz, confianza, sabiduría; estar bien con la vida. De poder contar cada región de República Dominicana con un Arsenio Ureña, este país fuera Suiza en el Caribe; ¡Sólo un ser iluminado puede tener tan fecunda y proverbial vida!

Hoy, cada dominicano agradecido lamenta su partida. Su fallecimiento ha concitado impresionantes muestras de solidaridad, de orgullo, de simpatías, de dolor; todos los periódicos le han dedicado sus editoriales, incontables esquelas mortuorias de adhesión, poco vistas antes.

Espero que al transcurrir el debido tiempo sea justamente reconocido, poniéndole su nombre a alguna importante avenida del país o a una montaña de la Cordillera Central. Arsenio se nos ha ido de esta estrecha dimensión humana, tan necesitada de personas como él, pero nos deja su imperecedero recuerdo y la valoración nacional de su inmenso legado.

Gracias al Supremo Hacedor por permitir que haya sido dominicano un ciudadano llamado Manuel Arsenio Ureña Guzmán.
Con profundo respeto y cariño, Ligia García C.

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