Mármol y algunas reflexiones

En el curso de la historia,  pueblos y naciones han ido de la mano de las concepciones filosóficas, políticas, jurídicas y religiosas que en cada momento han prevalecido en atención al grado de desarrollo de las fuerzas productivas y de las instituci

En el curso de la historia,  pueblos y naciones han ido de la mano de las concepciones filosóficas, políticas, jurídicas y religiosas que en cada momento han prevalecido en atención al grado de desarrollo de las fuerzas productivas y de las instituciones que  conforman en la construcción de sus destinos.

Esos valores e ideas, que pueden ser justificadores o críticos de las bases en que se sustentan las sociedades, no surgen de la nada. Ha correspondido a los pensadores, a los filósofos y poetas, convertirlas en realidades incontrovertibles. Para perpetuarlas o para transformarlas.

Es un papel que las sociedades no siempre alcanzan a ver. Ayer eclosionó con calidad en el discurso de José Mármol, durante el acto en el cual la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) lo invistió como “Profesor Honorario”, como uno de sus hijos meritorios, laureado en el país y en el extranjero.

Sus palabras, quedas en el silencio, brotaron con la fuerza del pensador que mira a la sociedad con sentido profundo. Y que en ella columbra a la Universidad como faro de luz en la búsqueda de la verdad con un pensamiento y una misión liberadores.

La sociedad la percibe en un estado crítico que merece atención: “…Constituye un grave peligro para la sociedad, el que imperen en ella la incertidumbre, el desaliento y la decepción constantes; que los antisociales de toda laya, afincados en el poder del dinero sucio, la fragilidad de los marginados y en la veleidad de una industria mediática vacía de principios, se conviertan en falsos modelos para la juventud desesperanzada y vulnerable”.

Y desde una perspectiva responsable, como lo afirma, valora la libertad como la mayor conquista a preservar frente a la amenaza de un progresivo deterioro en los estamentos político e institucional. “La disolución y la mentira son, simplemente, abrumadoras… Lo desconcertante y vergonzoso han devenido rutina, pan nuestro de cada día. Y esto… hay que detenerlo ahora o nos hundirá para siempre”.

Felicitamos a Mármol por la alta distinción, y por tan valiente discurso.
La sociedad debe verse en sus palabras como si estuviera frente a un espejo libre de toda sospecha.

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