El Metro

¿Tiene suficiente arraigo social o se trata de una campaña montada, la creciente demanda de extensión de la Línea II del Metro hasta el poblado de San Luis, en la provincia Santo Domingo?

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El Metro de Santo Domingo, la mayor obra de infraestructura realizada por Leonel Fernández, tiene problemas para su cotidiana operación.…

¿Tiene suficiente arraigo social o se trata de una campaña montada, la creciente demanda de extensión de la Línea II del Metro hasta el poblado de San Luis, en la provincia Santo Domingo?

La pregunta es necesaria por el activismo que se observa, mediante demostraciones de residentes en la zona Oriental que piden la obra. Ahora expertos en transporte, sindicalistas y sectores sociales, en igual tesitura, planteando la conveniencia del proyecto.

Si efectivamente el reclamo obedece a un movimiento bien afirmado entre los pobladores, si no se trata de un grupito de personas alimentadas no se sabe por quienes, entonces es interesante hacer algunas observaciones.
Hay que sorprenderse de que estos hechos ocurran. Todavía es muy reciente para no recordar el pasionario debate que se desató sobre la conveniencia de un proyecto de esa envergadura, tan costoso. Se llegó al extremo de cuestionar si los dominicanos estaban calificados para llevarlo a término. Hubo incluso quienes se burlaron de la iniciativa y hacían extravagantes advertencias sobre riesgos, e incertidumbre respecto a  su viabilidad.

Ese debate involucró a urbanistas, economistas, políticos que se dieron banquete, y prácticamente todo el mundo “se pronunció”. Pero el Metro no se detuvo, y se convirtió en realidad. Ahora no es un político que lo promete. Un grupo de activistas lo piden. Más que eso, representativos de Santo Domingo Este se han encaramado en el tren. El alcalde de la zona también, y aparentemente, la senadora de la provincia le da aquiescencia. De forma inusual, ayer bajó desde sus oficinas en el Senado a recibir reclamantes, subió con ellos al edificio y se comprometió a presentar su petición al presidente Danilo Medina.

El Presupuesto de 2014 está muy comprometido. Amplios sectores, zonas y regiones en defensa de su cuota. Se reclama equidad en la distribución del gasto y la inversión.

El Presidente Medina  tiene que valorarlo todo. La zona oriental de Santo Domingo es la más poblada y allí reside un alto número de pobres que sufren cada día las dificultades de viajar a los centros productivos.
Pero hay demasiado necesidades y limitados recursos.

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El Metro de Santo Domingo, la mayor obra de infraestructura realizada por Leonel Fernández, tiene problemas para su cotidiana operación. De acuerdo con el subdirector de la Opret, Leonel Carrasco, el Metro lleva dos meses sin recibir el subsidio del gobierno para la explotación de la primera línea.

El metro es una obra cara para una nación como la dominicana. Se debatió mucho si debió ser construida como prioridad de estos tiempos, en un país con tantos rezagos, principalmente sociales, pero de todas formas se hizo. Una realidad que está ahí. Una gran obra.

La administración Fernández se metió en la segunda línea, con una visión bastante ambiciosa.

El proyecto inicial iría desde San Luis, en Santo Domingo Este, hasta Los Alcarrizos, en Santo Domingo Oeste. En atención a las tendencias de la economía global fue dividido en etapas. Reducido en la primera al tramo de la avenida Luperón hasta el puente Francisco del Rosario Sánchez, y en su última versión quizás hasta la interconexión de las avenidas Máximo Gómez con John Kennedy.

El optimismo y el sentido común de Carrasco se combinan para comprender que el presidente Danilo Medina entregará oportunamente el subsidio y además, completará los aportes para concluir los trabajos de la segunda línea.

Esa obra y especialmente el servicio que presta su primera línea, es una gran inversión, no importa lo oportuna que haya sido su materialización. Ese es el pasado. Ahora hay que mantenerla. Permitir su deterioro tendría un costo material incalculable.

El impacto social y político sería desastroso para el orgullo dominicano. Resultó cara, pero es una gran obra. Es un monumento al atrevimiento nacional y hay que empujarlo. Es una expresión de lo que somos capaces, al margen de cualquier otra valoración.

La línea II, en medio de las precariedades, podría ir a un ritmo menor, pero igual, debe ser terminada. El presidente Medina debe entenderlo de esa forma.
El gobierno no debe permitir que esta obra se arruine y deje de ser símbolo del empuje dominicano. l

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