Dicen que cuando el río suena es porque agua trae. De ahí, que aunque el presidente Danilo Medina guarda estricta discreción, y hasta donde se sabe no le ha dicho a nadie que va a realizar cambios en ciertas y determinadas áreas de su administración a finales de este mes, cada día es más fuerte el ambiente de decretos que se percibe y espera, lo que a algunos de los citados como removibles parece tener sin cuidado mientras a muchos que aspiran a ser o quieren seguir siendo funcionarios, con ascensos, los está haciendo presa del nerviosismo que, como diría Juan Bosch, no es más que una manifestación del vicio pequeño burgués de buscar trepar y trepar en la escala social. Lo cierto es que es percepción únicamente todo cuanto se aprecia y dice sobre la posibilidad de cambios que puedan implicar salida, remociones y entradas de nuevos jugadores al roster gubernamental. Pero que nadie se desespere…
El embajador
Uno que se ha colocado en la lista de los más nerviosos por la posibilidad de cambios en la administración es un embajador, ahora acreditado por el gobierno ante una nación sudamericana. El diplomático estuvo por el país en los días navideños “haciendo lobby” por seguir en el carguito “para terminar unas cuantas iniciativas pendientes”, pero regresó a la sede a su cargo sin ser recibido ni por el Canciller ni por ninguna de las nuevas autoridades con despachos en el Palacio Nacional. Resignado, ya se ha preparado para lo que entiende sería lo peor: su relevo, que implicaría además, que quedarían sin efecto las designaciones que favorecen a parientes muy pero muy cercanos suyos que cobran como consejeros en la misión aunque siguen aquí, en su casa del Cibao Central. ¡Je, je, je…!.
¡Sorpresas!
M e acaban de susurrar que vienen verdaderas y extraordinarias sorpresas entre los que integrarán una plancha en procura de ocupar cargos directivos importantes en el próximo congreso del PRSC. ¡Aaayyy…, lo dije.
