Orar para defender nuestras vidas

Primero la sociedad reclamó “mano dura”. Todo el mundo pedía a gritos que la delincuencia organizada fuese sometida a obediencia. Pero ese modelo fracasó. Las organizaciones del crimen tienen que ser atacadas desde diferentes vertientes. Entonces v

Primero la sociedad reclamó “mano dura”. Todo el mundo pedía a gritos que la delincuencia organizada fuese sometida a obediencia. Pero ese modelo fracasó. Las organizaciones del crimen tienen que ser atacadas desde diferentes vertientes. Entonces vino una política mediante la cual se trató de contener el fenómeno desde el barrio, donde se presumía que se incubaba el flagelo.

Pero como se ha visto, se trata de un entramado que va más allá de la vecindad. Llegó acompañado de los procesos globalizantes. Es un negocio perverso que opera bajo un sistema de jerarquías y estructuras muy bien organizadas para alcanzar sus propósitos. Hoy día, de acuerdo con un informe del gobierno de los Estados Unidos, República Dominicana está entre los 22 principales países por donde transita o se produce drogas.

Una organización internacional que logra establecer ramificaciones locales, que encuentra un terreno fértil en las debilidades institucionales, de los organismos de prevención, control y persecución. Y una sociedad acicateada por expectativas de consumo y de vida estimuladas por estándares muy por encima de las posibilidades reales de la población, constituyen una oportunidad para los traficantes de drogas, y con ellos los saldos trágicos de violencia.

Con las discapacidades, complicidades y corrupción que todos admitimos, y la descomposición que sufre el país, pasamos por un estado singular: Parecería que nos hemos rendido.

Indefensos, con la amenaza del puñal o la carabina al pecho como en los peores tiempos de la barbarie, el dominicano común tendrá que refugiarse bajo el manto de Dios, como ha decidido la Iglesia católica, que en la sabiduría de su añeja cultura, nos ha convocado a una Jornada de Oración y de Ayuno por la Paz y el Respeto a la Vida para el viernes 23 de este mes, para orar “sin desfallecer, especialmente en los momentos de tribulación”… convencidos de que la oración “es nuestro instrumento más fuerte y valioso ante todo mal que quiera destruirnos”.

Es hora de orar para defender nuestras vidas ante el imperio de los criminales.

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