El martes pasado, la Federación Dominicana de Baloncesto (Fedombal) anunció la sanción a los jugadores Werner Díaz, Benjamín Colón y John García por “violación al reglamento nacional de competencia en lo que concierne a la participación en dos torneos paralelos y sin el aval correspondiente de la asociación y los equipos a los
que pertenecen”.
Para que tengan una idea más clara, estos tres jugadores estaban jugando en otro torneo mientras igual lo hacían en el certamen de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB), un enorme error de los atletas que seguro procuraban recibir más minutos de juego o, probablemente, un mayor ingreso económico.
Perfecto. Bien suspendidos. Apoyo la sanción que sea, claro está, si se hace con la neta intención de mejorar el baloncesto dominicano y de hacer respetar las reglas.
Pero con lo que jamás estaré de acuerdo es con los excesos. Para mí dos años de suspensión para este trío de jugadores es mucho, es prácticamente el destierro, es yugular el sostén de ellos y el de sus familias, es mandarlos a hacer nada.
Ahora resulta que un par de ellos tenían la carta de descargo de sus respectivos equipos en la LNB, lo cual, entiendo, obliga a revisar el caso nuevamente.
Si no hay violación a ninguna regla, estoy seguro que dentro de los jefes de la Fedombal se impondrá el sentido de justicia y dejarán sin efecto esa suspensión.
Si por el contrario, se confirma la culpabilidad de los jugadores también apelo a la benevolencia del comité ejecutivo de Fedombal para que la sanción sea menos drástica.
Igual, uno espera que de esa investigación salgan todos los que tuvieron que ver con la violación al reglamento nacional de competencia, porque infringió la regla tanto aquel que jugó como el que dejó que jugaran.
Este caso es otro ejemplo más de la importancia que para los jugadores reviste la conformación de una asociación que agrupe a su clase, que seguro hubiese peleado junto a los imputados en cuestión.
Pero hasta el momento no han sido capaces de agruparse y de organizarse por su propio bien. l
