Ahora el vocero de la Policía ha hecho una precisión sobre el anuncio del ministro de Interior y Policía acerca del ajuste salarial a los agentes que patrullan las calles, en particular, quienes sirven en “Vivir Tranquilo”, la nueva cara del Plan de Seguridad Ciudadana en las cinco provincias de mayor conflictividad.
La noticia es un balde de agua fría para el resto de los uniformados. Eso no es justo. Es verdad que quienes sudan y corren mayores riesgos son los patrulleros, pero en este caso de lo que se trata es de subsanar el drama que afecta a los servidores de salario mínimo en ese cuerpo. En consecuencia, el ajuste no puede ser visto como un premio a los sacrificados ni a los más dedicados. Los RD$6,177 son una iniquidad.
Esta cuestión tampoco se debe ver como parte esencial de la política de reforma policial. Es que con ese salario el agente no es garante de ninguna seguridad, en la oficina, en la calle o donde se desempeñe. Asimismo, hay que concebirlo dentro de lo que puede denominarse como parte del decoro y la dignidad de un buen agente. ¿Quiénes se animarían a ingresar a una institución con los niveles de salarios de hoy? Las respuestas podrían ser muy variadas, pero una de ellas sugeriría que sería acogida en el segmento poblacional con menos oportunidades. Y eso plantea sus riesgos, no importa que pasen por las escuelas de formación mínima y que se les someta a pruebas.
De todas formas, es importante que las autoridades estén considerando el tema salarial de los policías. También está relacionado a otro problema general: Los trabajadores con salarios mínimos en el servicio público, incluidos los de las Fuerzas Armadas.
El gobierno probablemente no desea ver este tema en la agenda nacional con las limitaciones que confronta. Pero sus servidores más humildes también tienen derecho a vivir con una pizca de decencia.
