Si tú supieras

Por asuntos de trabajo, me ha tocado viajar con frecuencia y tener la oportunidad de interactuar con personas de diferentes partes del mundo. Por lo general, éstas abandonan su país en busca de mejorar sus condiciones económicas y nivel de vida.…

Por asuntos de trabajo, me ha tocado viajar con frecuencia y tener la oportunidad de interactuar con personas de diferentes partes del mundo. Por lo general, éstas abandonan su país en busca de mejorar sus condiciones económicas y nivel de vida. Dejan hijos, padres, amigos, hermanos, con la esperanza de dar a su familia un mejor futuro.

Originalmente, esta emigración se daba hacia los Estados Unidos, pero en las dos últimas décadas se ha dispersado al continente europeo, de manera especial a España, debido a unas oportunidades de empleo que se presentaron en vista de la necesidad de mano de obra, dado el auge en la industria de la construcción en ese país.

¿Qué debe sentir una madre que deja en manos de familiares a sus hijos? ¿Has pensado la connotación familiar que esto implica?
Los emigrantes nuestros, aun aquellos que han procreado sus hijos en otra nación, mantienen vivas las esperanzas de su regreso. Recuerdo unos familiares asentados en Nueva Jersey, a los cuales solía ir a visitar, que todo lo que comían y hacían era como si estuvieran aquí en el país.

El reflejo de la necesidad de mantener sus raíces era tal que el cabeza de la familia me expresó en más de una ocasión que ojalá él hubiera podido trabajar allá y dormir aquí. Lo más interesante es ver que pasan el año planificando la visita para ver su tierra y su gente en la época navideña; realizan trabajos extras, dejan de hacer cosas para ellos, y así poder comprar, cada semana, con gran sacrificio, los regalos de familiares y amigos que les esperan.

El dominicano ausente, que prepara de almuerzo en la tarde, al llegar a casa, su típico arroz, habichuela y carne, cuando llega a su tierra, lo mínimo que merece es ser valorado, apoyado y aceptado.

Esta sociedad tiene la característica de acoger bien al turista, pero, si hay un visitante que debemos aplaudir, es a éste, el dominicano ausente, que, inverso a la razón por la que deja todo, viene en busca de calor humano, dando y recibiendo amor, aunque sea por unos días, esa carencia que mantiene en su interior.

Es más que oportuno aprovechar este tiempo para dar por lo menos una sonrisa y, si pudieras, desde el mismo aeropuerto, a aquellos que se pasan el año esperando. ¡Abrazos para ti, dominicano ausente! l

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