El trabajo de un artista es «cuestión de principios»

Desde pequeños es común escuchar mientras los adultos conversan, en radio o TV, que los artistas son los incomprendidos de la sociedad,…

Desde pequeños es común escuchar mientras los adultos conversan, en radio o TV, que los artistas son los incomprendidos de la sociedad, inadaptados sociales, que se adelantan a los tiempos. ¿Será por estas razones que las personas no pueden comprender en ciertas ocasiones sus discursos y planteamientos?

Otros incluso los catalogan de rebeldes. Este es el caso del danés Marco Evaristti, quien hace unos años presentó por primera vez su instalación «Helena», con la cual ha recorrido varias capitales del mundo, saltando de esta forma a la palestra internacional.

¿En qué consiste esta obra? Diez batidoras enchufadas, cada una con un pez dentro. Ante esta instalación los visitantes tienen la libertad ponerlas en marcha, según indica una leyenda junto a la pieza.

Cuando tuvo la oportunidad de presentarse en la isla de Copenhage, con motivo de su exposición en el Museo de Arte Trapholt, la obra no fue considerada como un acto de crueldad contra los animales, luego de que un miembro del público accionara una de las batidoras, acabando instantáneamente con la vida del pez.

El director del museo, Peter Meyer, fue multado por violar las leyes que protegen a los animales contra los actos crueldad, tras una denuncia presentada ante la policía por el grupo Amigos de los Animales, pero un juez  dictaminó que los peces no fueron tratados con crueldad, ya que su muerte no fue resultado de un proceso lento. Los peces murieron de forma “instantánea” y “humana”.

Uno de los testigos del caso fue un experto de la compañía de electrodomésticos Moulinex, quien explicó que los peces probablemente murieron en cuestión de segundos, una vez que el mecanismo de la licuadora entró en funcionamiento. Un veterinario argumentó también que los peces seguramente murieron sin sufrimiento alguno. Gracias a estos argumentos, Meyer se ahorró pagar la multa de casi US$300 impuesta por la policía danesa.

Y es que un artista tiene el derecho de crear una obra que desafíe el concepto de lo bueno y lo malo.

La idea original del artista. Era colocar al público frente a un dilema: elegir entre la vida y la muerte. El artista Marco Evaristti pretendía realizar un experimento sociológico clasificándolos en tres grupos: el imbécil sádico que aprieta el botón, el morboso voyeur que mira lo que sucede y el moralista. De este modo el visitante se integra en la obra.

La mujer que apretó el botón aún sabiendo que estaba siendo grabada por las cámaras de seguridad del centro jugó el primer papel mientras que otros miraban, animándola con su silencio cómplice y sádico. El papel de moralistas lo interpretan las asociaciones protectoras de animales y los cobardes que destrozaron la obra.

De este modo quienes acusan a Evaristti de asesino, simplemente «están revelando su imposibilidad de resolver el debate ético que el artista les propone a través de su obra».

¿Qué opinas al repecto? ¿Estarías dispuesto a apretar el botón?

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas