La inflación ha dejado de ser noticia en República Dominicana, porque nos hemos acostumbrado a vivir sin ella, durante cerca de una década.
Y no es que no haya variaciones en los precios, sino que los mismos se comportan en atención al desempeño de la economía, cuya característica fundamental es la estabilidad.
Remisos como somos los dominicanos a aceptar estas realidades, olvidamos los tiempos oscuros, en que nunca se sabía cómo encontraríamos el mercado al despertar cada mañana. Por ello, vemos con satisfacción algunos comentarios del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, que no se aparta de su política de apostar a la estabilidad y al control de la inflación, que como bien señala, es el flagelo económico más perverso, porque golpea a todos.
No pocos dominicanos estábamos muy inquietos con lo que podría venir en 2013, después del desempeño del año pasado, con una economía estresada por el alto nivel de gastos del gobierno, que condujo al elevado déficit fiscal. Los ajustes del último semestre fueron clave para desactivar los fenómenos que se habían incubado.
A finales de 2012, la administración aprobó el paquete fiscal. Y obviamente, los temores se acrecentaron. Enero era el mes que nadie quería ver llegar, porque el grueso de las nuevas cargas impositivas entraría en vigencia. La inflación constituía una amenaza.
¿Qué ha ocurrido? Hay un hecho notable que no depende de lo que pueda decir el gobernador del Banco Central. La tasa de cambio, que en este país es la vía más sencilla para observar el desempeño de la economía, y en particular, el nivel de inflación, se ha mantenido dentro de los parámetros esperados por las autoridades.
Transcurridos dos meses de este año, la inflación acumulada apenas llega a 1.46%, dentro de las previsiones. Y en febrero no pasa de 0.33%, con reforma tributaria incluida. En ese período, la economía tuvo un comportamiento positivo: 4% de crecimiento, según informes preliminares.
Estas noticias nos hacen mirar el país con una dosis de optimismo.
