Una metáfora impertinente

Esperando un cambio de semáforo en la 27 de Febrero con Tiradentes pasa frente a mí la sociedad dominicana en toda su maravilla, complejidad…

Esperando un cambio de semáforo en la 27 de Febrero con Tiradentes pasa frente a mí la sociedad dominicana en toda su maravilla, complejidad y barbarie.
Pasan pobres padres de familia manejando destartaladas guaguas, explotados por Fenatrano y Conatra, o cualquiera de las empresas del transporte urbano que asumen nombres de sindicatos. Se aglomeran, se bloquean unos a otros y a todos nosotros. Justifican sus acciones en el pan que deben llevar a sus hogares.

Pasan Antonio Marte y Juan Hubieres compitiendo por ganarse el dinero de los pobres pasajeros invirtiendo lo menos posible, ofreciendo el peor servicio, exigiendo al Estado que les ayude a explotar mejor a sus usuarios y luego presentándose como víctimas. Pasa un enjambre de automóviles tocando sus bocinas, provocando ansiedad y desesperación en el alma.

Pasa la gente que lucha por un cómodo espacio. Amontonada vocifera, cierra el paso a los demás, maldice. Todos buscan subir primero a la guagua que le llevará a sus destinos. Pasa el alto cargo del gobierno que detiene el tránsito para circular tranquilamente por la 27 de Febrero, dejando tras sus pasos un barullo que queda como monumento al individualismo e incapacidad de entender que su misión es servir a los demás.

Pasa el Amet, símbolo de la autoridad. Sube a su pedestal en el centro de la vía. Mira las violaciones de tránsito ocurrir unas tras otras, mientras los bocinazos aumentan y la vida se resume en un estruendo de voces y la desidia de quien debe poner el orden.

De repente ya no estoy esperando un cambio de semáforo, porque Amet decidió cambiar las reglas del juego y dar paso a la Tiradentes en sentido norte sur. Se evidencia su error en la magnificación de la bulla y la desesperación de los y las conductores. Pasa la yipeta de un funcionario del cabildo, del gobierno, del Congreso o de la JCE que gira a la izquierda -cosa prohibida- mientras el Amet le ayuda amablemente a violar la ley de tránsito.

Pasa alguien que toma un celular para avisar que llegará tarde. Sale una Amet de no se sabe dónde y le pide su licencia. La persona se queda a mitad de la vía con la autoridad ayudando al desorden. Debaten algo, enseña una tarjeta, dice tres malas palabras. Parecería que el Amet le ha dado una oportunidad. O quizás no.

Esta esquina es metáfora del individualismo egoísta que se ha convertido en la gran traba para la construcción de la democracia dominicana y de una sociedad cada vez menos excluyente.

Los y las conductores deben respetar las disposiciones de tránsito y tener un mayor sentido de comunidad. Me olvidaba, pasa la intelectualidad reprobando perpleja la barbarie, tocando el claxon y con deseos de llegar a relajarse a su cómoda casa. Definitivamente, esta esquina es metáfora impertinente de la nación. 

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