A nadie le cabe duda de que el turismo es la principal actividad económica dominicana. La contribución individual superior al 7% del producto interno bruto (PIB) y un arrastre equivalente al 22% de la producción nacional, son cifras más que suficientes para posicionar a la industria sin chimeneas como la actividad más transversal, más vinculada a la producción. Impacta la industria de la construcción, el transporte, la producción agropecuaria, y mueve la demanda interna del sector alimentos y bebidas.

A la fecha ha creado en forma directa unos 350 mil puestos de trabajo, genera divisas por más de US$7,000 millones anuales y es una de las áreas que más inversión extranjera directa atrae.
Después de que la economía dominicana inició, en los años 80, el sendero de la diversificación, para compartir protagonismo entre la producción y los servicios, el turismo comenzó a surgir como uno de sus pilares esenciales sobre los cuales descansa el financiamiento al déficit de la balanza de pagos.

Todas esas virtudes, no exentas de una que otra debilidad, hacen del turismo una actividad de la que todos los sectores del país deben sentirse compromisarios cuando por razones ajenas, su prestigio y reputación se vean amenazados.

Durante la última semana se produjeron, o más bien se conocieron públicamente, de las muertes de tres turistas norteamericanos, en dos casos separados, en un hotel de la región Este del país. Esos hechos ocurrieron después que una turista, también estadounidense, denunciara hace dos semanas que en enero pasado fue golpeada y llevada a un lugar fuera de su habitación pero dentro de las instalaciones hoteleras, por alguien cuyo rostro no vio pero que supuestamente vestía un uniforme del hotel.

La turista no denunció el caso ante las autoridades correspondientes, y el caso lo hizo público meses después en Estados Unidos. Aquí, el hotel donde estuvo hospedada la turista, dijo que antes de marcharse la huésped había reclamado una indemnización de $2.2 millones y que la denuncia la hizo al no recibir una respuesta favorable a su reclamo.

Todos esos casos han puesto el turismo dominicano bajo la lupa internacional, incluyendo entre quienes observan a los competidores de República Dominicana, el principal destino del Caribe. Es por esa situación que el turismo necesita de una cerrada defensa colectiva, por si aparecieran intereses malsanos.

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