Las normas de ingenieria y de diseño, requieren que en sitios públicos de masiva presencia, sean necesarios sanitarios, diseñados en función de uso y el número de personas. Las mujeres son las más afectadas por carencias y deficiencias, por sus requerimientos particulares y quienes más sufren la baja calidad en estos servicios. Se evidencia que entre las exigencias oficiales y la práctica real, existen enormes espacios sin cubrir, que prefieren ignorarse. Total, nadie exige ni reclama. Los sanitarios de los supermercados debieran estar separados entre los de uso del público y el de los empleados, aunque esto implique un costo de construcción mayor.

En relativamente pocos lugares se dan estas condiciones y se destaca la violacion a simples normas de higiene como lavarse las manos, profusamente, tras defecar. Nótese en esos mega negocios adonde los sanitarios están ubicados en extremos y pobre del que tenga una urgencia en el final contrario.

Es común encontrar tapas faltantes, carencia de papel o ausencia de jabón, aún en sitios donde venden todos estos elementos, pudiendo asegurar que los organismos oficiales de supervisión de la salud colectiva, no dedican personal ni esfuerzo a supervisar esas ramas del “servicio” a que están obligados los establecimientos públicos. En los bancos, el que requiera de un sanitario debe dirigirse al personal de seguridad y rogarle que le permita el acceso al baño y de seguro lo acompaña hasta la puerta del mismo, en posición de atención frente a un sujeto extraño y sospechoso, porque esas instalaciones no están ubicados ni concebidos para el uso de sus clientes.

En negocios pequeños fácilmente te dicen que no tienen baño para el público (sus propios clientes) Presencié en un negocio de piezas hidráulicas propiedad de italianos, a un cliente indignado con urgencia visible, amenazar con “resolver” en la puerta del negocio ante la actitud obtusa de un “seguridad” con aparente instrucciones del dueño. Las estaciones de combustible han mejorado sensiblemente sus servicios sanitarios, por lo general con llaves, para minimizar el bandalismo a que culturalmente se someten esas instalaciones. Los paradores en las carreteras, por lo general dan buen servicio, con agua constante y personal de atención permanente ante la actitud inclinada al desorden y el sucio de los desaprensivos comensales sin criterios de urbanidad, acostumbrados a lanzar papeles al piso y a salpicar pisos y paredes con sus desechos líquidos sin control ni puntería.

Es evidente que todo negocio de expendio debe proveer a sus clientes sistemas sanitarios higiénicos, con ventilación forzada apropiada, agua corriente permanente y la única manera es mantenerlos constatemente limpios y con suministros, es con personal dedicado a ello. Deben coincidir la voluntad de quienes manejan el negocio, la supervisión oficial inflexible y las exigencias de una clientela que demande protección para su salud.

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