Los pocos artistas que se beneficiaron de algún empuje oficial tuvo que ver con el odiado abolengo y la cuña

¿Cómo volvió el nazismo a tener vigencia en Europa? Podría ser un misterio, pero no. Se entiende perfectamente por varias razones:

1.La retirada de los rusos sin más ni más, dejándole a los ingleses, franceses y americanos la responsabilidad de juzgar a los criminales de guerra. A la gran mayoría le arreglaron los papeles para limpiarlos e irse a Argentina, Brasil y Estados Unidos.

2.La Alianza permitió que Franco, nazi y aliado de Hitler, se quedara gobernando España como si nada. Duró hasta que murió en cama.

3.En Francia, aliado a Hitler, fueron juzgado las principales figuras del gobierno de Vichy, pero el resto se mimetizó en la población y nunca dejó de lado la admiración por el nazismo, lo que repercute hoy como una plaga en parte de la juventud. Esos mismos que hablan de paz y le dan armas a los otros para que se maten entre ellos, pero fuera de sus territorios. Hipocresía total.

Me quiero referir solamente a los pintores que desde la ocupación de 1940 colaboraron con los alemanes. Pero empecemos por el inicio.

Hitler sabía, desde que se mudó a Viena con 20 años, que París era la ciudad más importante de toda Europa, en términos artísticos. Más que Roma. De ahí su gran admiración y su satisfacción cuando la ocupó sin destruir ni una sola edificación.

París era el modelo a copiar y superar para construir la nueva Berlín con sus museos repletos de las obras del Louvre y así repetir los saqueos de Napoleón: una locura.

Aunque la rigurosidad de las academias de artes de Viena, rechazó su “portafolio”, que era una prueba para inscribirse, él mantuvo “su gusto” por el arte clásico y su admiración por Vermeer.

Göring, aquel psicópata aviador y su mano derecha, era más abierto a las nuevas corrientes artísticas que se iniciaron con Cezanne, Van Gogh, Modigliani, Jules Pascin y sobre todo Picasso y Matisse, porque conocía el valor del mercado de las mismas.

Lo que llevó a los nazis a denominar “arte degenerado” estas manifestaciones, no fue, necesariamente la innovación “extravagante” o la exageración y simplismo de los nuevos artistas, sino más bien, la conversión en arma crítica de muchos de ellos al carácter absurdo, inhumano, odio, que impusieron a la fuerza en Alemania y que amenazaban a todo el planeta.

De todos esos pintores el que más se burló de la locura y ridiculez del nazismo fue George Grosz, quien se escapó de chepa del salvajismo hitleriano. Otto Dix también tuvo que esfumarse.

En París muchos pintores asumieron un patriotismo suicida, se pusieron su uniforme y partieron “al frente”. Muchos no volvieron y otros, como el poeta Apollinaire, regresaron con la cabeza vendada, mutilados, tuertos, ciegos, cojos, mochos o vegetales.

André Bretón, Marcel Duchamp, Max Ernst, Fernand Leger, Masson, Piet Modrian se exiliaron en New York.

Artistas exterminados en los campos de Auschwitz: Myriam Levy, Charlotte Salomon, Felix Nussbaum, Horst Rosenthal –Tita. El pintor Freundlich fue asesinado en el campo Lublin-Majdanek.

Picasso se quedó en su taller en abierto desafío y escudado en su reputación internacional y a pesar de haber pintado contra el nazismo aliado de Franco, Gernika.

Otros se hicieron los graciosos pensando que Hitler se quedaría y dominaría el mundo.

Un viaje organizado por el arquitecto y escultor Arno Breker, reunió a André Derain, Kees Van Dogen, Maurice Vlaminck, Aristide Maillon, Andre de Segonzac, Drieu de Rochelle, Sacha Guitry, para preparar una exposicón a favor de los ocupantes, lo que le valió el apodo de “collaborateurs” o, como popularmente se les llamaba, “les collabó”. Casi todos pagaron caro este comportamiento de sumisión y traición. El mismo poeta Jean Cocteau se derritió en elogios a las esculturas de Breker.

Dalí en su España, refugiado en un esnobismo y excentricidad para contrarrestar su odio a Picasso, tenía a Franco como un Dios.

Con Kees Van Dogen se comprueba que lo de “arte degenerado” no tenía que ver con la manera medalaganaria y antiacadémica de los pintores modernos, ya que su propuesta artística no se diferencia, en muchos casos de los retratos coloridos de Matisse y otros “fauvistas”

Lo que si enculillaba a Göring y a Hitler era esa pintura diabólica de Max Beckman y Grosz que los pintaban tal y como eran: trogloditas, abusadores, torturadores, maníacos…

Hitler, a pesar de querer fundar en su Berlín “esplendorosa” y ciudad superior a todas, capital del horror, no tenía planes de demoler Paris. Esta se convertiría en una especia de burdel gigantesco donde vendrían sus soldados de vez en cuando a pasar sus vacaciones y “disfrutar” de una aventura cargada de prostitución y placeres mundanos. Y el papel de esos artistas “collabo” sería de hacerle sus retraticos “souvenir” y divertirlos con el can-can de los cabarets y sus bebidas spirituosens diabólicas.

Coco Chanel, la de los perfumes, se sumó a este acto indigno de aliada lo que no es extraño ya que el Gobierno Francés, presidido por Pierre Laval y el General Petain, no solo colaboraron en una supuesta alianza, persiguieron y mandaron a las cámaras de gas de los campos de exterminio a mas judíos que los mismos alemanes y, peor aún, crearon, por ley, la famosa STO, Service de Travail Obligatoire, Servicio de Trabajo Obligatorio, que envió a más de 650 mil ciudadanos franceses a trabajar en Alemania por la falta de mano de obra para la industria de armas. Lo cierto es que estos obreros vivían en las mismas condiciones que los prisioneros judíos, aunque tuviesen un día libre ocasionalmente. De esos obreros, más de 35 mil no regresaron nunca. El frío, el hambre y el trabajo excesivo los llevó a la tumba.

En 1943 Laval lanzó otra ley que obligaba a todos los jóvenes nacidos entre 1920 y 1922 a unirse al Ejército ya que los alemanes necesitaban carne de cañón contra la resistencia alentada, desde el exilio, por De Gaulle y los rusos, que finalmente los vencieron. Cerca de 200 mil jóvenes se engancharon.

La liberación de Francia, de París ocurre por la ofensiva de La Resistencia que ya sabía de la derrota alemana en Berlín y no, como se ha querido hacer creer, en manos de los aliados ingleses y americanos.
En cualquier régimen de fuerza encontraremos artistas que se aprovechan para conseguir algún beneficio. Otros siguen la corriente sin otra alternativa que la de sobrevivir, pero en bajo perfil.

¿Qué pintores, escritores y músicos se convirtieron en adulones militantes de Trujillo y Balaguer? Eso es un debate que no se ha dado, lo que hace que todavía acusemos a muchos artistas injustamente y alabemos a otros que los apoyaron a raja tabla. ¿Cuándo estuvo el arte ligado estrechamente a la dictadura y cuándo las creaciones artísticas fueron independientes? Los artistas dominicanos que no se metieron en política y se dedicaron al arte, pero que criticaron las dictaduras de Trujillo y Balaguer, fueron tildados de comunistas.

De la misma manera que en el París ocupado muchos artistas se convirtieron en Colabó, en otros países como el nuestro, tuvimos el mismo fenómeno. No es que se dejara de pintar o escribir, es esa actitud de exagerado lambonismo y complicidad que se debe criticar para que se erradique para siempre. Porque, sorpresa, no solo fue durante Trujillo y Balaguer que artistas se asociaron como cómplices de corrupción para “crear sus obras” pagas de antemano con comisiones más altas que lo que recibían, a sabiendas, los propios artistas. ¿Cuántos premios se otorgaron cuando Guzmán y cuántos pintores se adhirieron a la campaña de Jorge Blanco con el título de “Trabajando Ya”? ¿Cuántos cuadros de Bosch se hicieron con fines puramente comerciales y de desfalco al Estado de manera “legal”? ¿Cuánto costó aquel ridículo Pegaso que se hizo en la Era de Hipólito? ¿Cuántos Duartes y mususes se hicieron en los períodos de Leonel y Danilo? No tengo la menor duda que fueron elaborados por artistas “colabó” del patio trasero, criadero de ovejas y chivos cojuses del que tenga más muela.

Un artista no necesita de la política para hacer su arte, aunque la política sí debiera apoyar el arte y sus creadores sin pedirle nada a cambio más que su libre producción artística. Los pocos artistas que se beneficiaron de algún empuje oficial, tuvo que ver con el odiado abolengo, la cuña, la influencia poderosa, aunque no por el talento ni por su productividad.

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