Traje una artillería pesada, de grueso calibre.
¡Dispara!

Hace más de tres años que fui a visitar a Cuqui Batista, el arquitecto. En aquella ocasión me lo recomendó Danilo de los Santos para un escrito sobre Sergio Augusto Hernández, quien a su vez me llevó a la hermosa casa de las ceibas de Mauricio Estrella. “Él sabe más que yo de Sergio porque es su sobrino”, me dijo.

En esta ocasión me le aparecí mejor armado, casi como un hormigón, cámara y una serie de interrogantes, casi como bazucas, sobre construcción y arquitectura.

¿Es la arquitectura un arte? Cuqui Batista no cree que la arquitectura sea arte e ironiza ese concepto al decir que “cualquier cosa es arte y como dice el refrán español ‘con arte y engaño, vivimos medio año y con engaño y arte, la otra parte’ y eso es el juego”. Por eso Cuqui se remonta a los inicios de la arquitectura, mucho antes de Cristo y se suelta a hablar de uno de sus pioneros: Marcus Vitruvius Pollio. Es el mismo Vitruvius de las proporciones que inspiró a Leonardo Da Vinci para presentar las del cuerpo humano en su conocido “hombre de Vitruvio”. Cuqui concluye que la arquitectura es una ciencia.

¿Y tú no consideras, por ejemplo, que esas construcciones que hiciste en los inicios de la Universidad Madre y Maestra, no son obras de arte? (risa) Eso es una obra de locos. Parece que me la tienen escondida, rodeada de árboles. Pero esa estructura no es mía; ellos pueden tumbarla. Me pasó una vez con la iglesia de Pueblo Nuevo que el cura dijo que su mamá se había caído y por eso la quería tumbar y yo le dije: “Pero bueno, eso no le costó nada a ustedes porque se la dio el gobierno y se la dibujé yo de gratis, así es que no, no pueden tumbarla. El mundo es eso.

Un señor de la Universidad de Berkeley, California, Christopher Alexander que yo creía que era americano (Viena, Austria 1936) planteó en la década del 60 que debía buscarse un método para diseñar. Enseguida la Universidad le dio un año sabático, y el hombre parece que dijo algo precipitado, por más que estaba haciendo un libro, en el que planteaba que se necesitaba descanso y que no hubiera promiscuidad en una casa. Así, debería haber zonas para los padres y para los niños, para las visitas.

Christopher Alexander planteó la necesidad de pertenencia del área para la comodidad y privacidad del habitante. Son muchos los aspectos que Alexander aportó para el mejoramiento de la estadía del ser humano en su espacio, sus luces, el sonido, la simetría, etc. que él planteó en numerosas obras.

Pero, según Cuqui, a pesar de todo su aporte a la arquitectura, Alexander no logró elaborar el famoso “método”.

La arquitectura, que sí está considerada como un arte, presenta infinidad de soluciones a los espacios donde se creará el hábitat adecuado. Y eso mismo es lo que hizo Alexander en la trayectoria de su carrera. No podía elaborar “el método” porque es imposible, de la misma manera que Kandinsky quiso hacerlo en pintura, o Monet, que pensaba que había encontrado la fórmula antiacadémica para pintar de una sola manera: impresionista.

Muchos de los edificios de la Era de Trujillo realizados por Guillermo González, quien fue profesor de Cuqui y con quien trabajó, fueron estudiados por el arquitecto Emilio Brea quien luchó por evitar que demolieran El Jaragua.

Todos esos edificios que escaparon a la modernidad fueron esplendorosos en su momento y muchos respondían a corrientes europeas identificables, como es el caso de la Bauhaus alemana, más reconocida en el plano pictórico.

La primera Bauhaus vino como un pugilato de la escuela Werkbund que había sido iniciada por un hombre de apellido Muthesius (Hermann Muthesius), arquitecto, con muchas relaciones sociales y políticas. Lo nombran agregado en la embajada de Inglaterra para que, desde esa posición, en Londres, investigara cómo vivían los ingleses. Los alemanes pensaban que los ingleses vivían mejor que ellos y por eso lo mandaron para que rinda un informe.

…Después, una escuela quita otra con más lógica. Y aparece como jefe Gropio (Water Gropius) a quien conocí cuando fuimos a Harvard por una invitación a Monseñor Polanco Brito.

La Bauhaus dirigida por Gropius, que era arquitecto, no tuvo sección de arquitectura. En esa ocasión se destacó Moholy-Nagy (Laszlo 1895-1946) como el artista más completo. Todo el mundo hablaba de pintura, escultura, de gráfica; pero de arquitectura no. Cuando botaron a Gropius y ponen a Meyer (Hans Meyer, suizo, 1889-1954) entonces se instala el departamento de Arquitectura. Pero quien la fortaleció fue su sucesor, Van der Rohe, picapiedras e hijo de una familia, que siguió el oficio y nunca fue a la universidad a estudiar arquitectura y era el arquitecto más famoso de la Tierra… hasta ahora. ¿Por qué? Porque supo copiar el Partenón, como modelo, inteligentemente por ser el edificio más simple, más sencillo… columnas y ya, pero entonces, él transforma eso en cualquier cosa, por ejemplo el edificio Bacardi en Cuba (el museo Bacardi de Santiago de Cuba), un ron y luego otro auditorio de Chicago, en Berlín, en Haití… es la misma cosa. El hombre simplifica.

En realidad, hay una recreación a partir del Partenón, una transformación que es lo que muchos piensan que hizo Cuqui con el edificio del Partido Reformista de Santiago.

Uno que me puso en su revista que parece un libro. Ese me dice que yo copié el Partido Reformista, el que está allí al lado del cementerio, de Van der Rohe. No, yo nunca he pensado en copiar de nadie. Yo ya te conté que, desde el primer día, ya cuando fui a la universidad ya yo generaba con razón, lo que después se ha querido poner como un método, que nadie tiene todavía. Todavía de ese encuentro que te conté ahorita, no está hecho en ninguna universidad. Nadie tiene un método para diseño.

Estos espacios fueron construidos en el momento de la niñez que le queda marcada a cualquier ciudadano y que lo acompaña, junto a la canción de moda, para siempre. Tanto el Cementerio como el Partido Reformista serán siempre un referente de la parte norte de Santiago.

Esos espacios son referentes de identidad. Ellos son testigos de nuestra ida y vuelta cotidiana a la escuela; conocen igualmente nuestras ausencias y fugas de las aulas, pero guardan el secreto con complicidad.

Esos edificios y construcciones siempre tienen un padre o una madre: el autor que las diseñó y realizó.

Cuqui Batista es el padre de muchos de los edificios que conforman la ciudad, que forma parte de nosotros cuando conocemos su historia, cuando nos hermanamos con sus casas y cuando conocemos los forjadores del conglomerado: sus héroes, educadores, pintores, músicos, locos, comerciantes, vendedores y arquitectos. Ellos, y los que no enumero, son nuestra identidad.

Los edificios, como los cuadros de pintura, las partituras, esculturas, etc., tienen un autor con su nombre preciso.

Y Cuqui Batista es el autor de numerosas obras de arquitectura, no solo de Santiago, sino del país. ¿con un método o sin él, con influencias Bauhaus o Arte Nouveau? Continuará…

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