Lo que contaron los sobrevivientes del 14 de junio de 1959 (2)
Excombatiente y uno de los protagonistas del Movimiento de Liberación Dominicana explican cómo se gestó la expedición de junio y qué la condenó al fracaso
Continuamos en esta semana con la segunda y última entrega de este trabajo sobre los testimonios de los expedicionarios que sobrevivieron a la gesta heroica de Constanza, Maimón y Estero Hondo del 14 de junio de 1959.
Además de Mayobanex Vargas, cuya voz compartimos en la entrega anterior, elCaribe recogió también las declaraciones de otros dos actores fundamentales en esta historia: Poncio Pou Saleta, combatiente que sobrevivió al desembarco en Constanza, y Juan Isidro Jiménes Grullón, ideólogo del Movimiento de Liberación Dominicana. Ambos ofrecieron claves importantes para comprender la preparación, el desarrollo y el significado de la expedición que desafió al régimen trujillista en 1959.
Era una obligación moral
De acuerdo con documentos periodísticos de junio de 1962, para Poncio Pou Saleta, uno de los cinco sobrevivientes de la gesta del 14 de junio, la causa principal del colapso de aquella epopeya libertaria fue la falta de compromiso real y de espíritu de sacrificio entre los opositores al régimen trujillista. En una entrevista concedida a elCaribe, Pou manifestó que el fracaso se debió “a la falta de espíritu de sacrificio de la mayoría de los exiliados dominicanos, quienes se limitaron a una propaganda sin organización, sin propósito definido y sin lucha activa contra la tiranía”.
Pou Saleta, quien en ese entonces era director de Radio Caribe, participó en la histórica expedición junto a Mayobanex Vargas, Francisco Medardo Germán, y los cubanos Delio Gómez Ochoa y el joven Pablito Mirabal. Fueron ellos los únicos sobrevivientes directos. En su reflexión, Pou no solo lamentó la falta de acción de muchos compatriotas que, desde el exilio o desde la misma isla, no dieron el paso necesario, sino que también rememoró con amargura los momentos más duros de aquel intento armado.
El excombatiente también destacó que “la falta de ambiente propicio y la falta de fe en el éxito de la campaña bélica” influyeron negativamente en el resultado de la expedición. En este sentido, señaló que la lucha estaba necesariamente vinculada a los intereses invasores, lo que generó incertidumbre en las filas opositoras.
Concentrado y sereno, recordó cómo, tras el aterrizaje forzoso del avión que pilotaba Juan de Dios Ventura Simó, los expedicionarios se vieron en la obligación de dispersarse y combatir con una desventaja numérica abrumadora en las montañas de Constanza. Explicó: “Mientras nosotros, siendo apenas 200, nos enfrentábamos a un ejército de más de 30,000 hombres, poderosos”.
A pesar de ello, Pou Saleta rindió homenaje a figuras como Ventura Simó, a quien describió como un patriota de primera línea, “con toda la dignidad que se le reconoce”. También criticó la pasividad de algunos sectores políticos dominicanos que, aun comprometidos con la causa, se limitaron a esperar decisiones “desde afuera” sin asumir responsabilidades internas.
Cuando el periodista le preguntó por qué no fue fusilado, respondió que “siempre pedí a Dios en mis oraciones que me diera valor y fuerza para combatir a Trujillo, para trabajar honestamente después, y para darles a mis hijos una educación en libertad, si lograba salir con vida del campo de batalla”.
Pou Saleta continuó sobre la gesta y mencionó que las fuerzas que trajo Ventura Simó a Constanza causaron al ejército trujillista más de mil bajas. Explicó, además, que la falta de apoyo de quienes estaban moralmente obligados a dárselo, sumada a las condiciones naturales del terreno que era abrupto y difícil, y el excesivo número de las fuerzas contrarias, fueron factores determinantes para que la invasión aérea de Constanza no tuviera el éxito esperado.
Según la publicación, tras la captura de los cinco sobrevivientes, Pou fue encarcelado durante siete meses en una celda solitaria, donde permaneció completamente desnudo y mal alimentado. Durante ese tiempo perdió 85 libras y sufrió “el trato cruel que se acostumbraba a dar a todos los presos políticos”.
Al hablar de su visión política y de los retos del país en ese momento de transición, Pou fue enfático al advertir que no bastaba con proclamar la libertad. “A veces, en nombre de la libertad, se cae en el libertinaje”, señaló, subrayando que el país necesitaba madurez democrática y un verdadero sentido de responsabilidad cívica.
En cuanto al Consejo de Estado, instaurado tras la caída de la dictadura, Pou opinó que había sido “el más inteligente y civilista intento de transición”, destacando su carácter democrático y su funcionamiento sereno en medio de un clima nacional aún convulso.
Poncio Pou Saleta, desde su rol de comunicador, combatiente y testigo directo de la historia, dejó claro que la conquista de la libertad exige mucho más que discursos: requiere entrega, acción y coraje. Su testimonio sigue siendo una voz autorizada y viva de uno de los capítulos más decisivos de la lucha contra el régimen de Trujillo.
El ideólogo y los planes
Por su parte, Juan Isidro Jiménes Grullón, considerado uno de los principales ideólogos del Movimiento de Liberación Dominicana, reveló los detalles del proceso que dio origen a la expedición de junio. En una entrevista también publicada por El Caribe el mismo día, explicó cómo se organizaron los entrenamientos, las alianzas internacionales y los esfuerzos por estructurar una ofensiva bien planificada.
Según Jiménes Grullón, las expediciones de Maimón y Estero Hondo partieron primero que la de Constanza, ya que se calculó que la travesía marítima tomaría más tiempo. Se ideó que la llegada a las costas dominicanas coincidiera con el aterrizaje en Constanza, pero un capitán de barco de nacionalidad griega traicionó a los combatientes dominicanos.
La traición por parte del capitán griego, quien habría provocado fallas intencionales en los equipos del buque, lo que mantuvo a la embarcación inmovilizada en alta mar durante varios días y afectó el curso de la operación.
El revolucionario, sostuvo que los expedicionarios partieron hacia la República Dominicana “llenos de optimismo y confiados en el triunfo”, aunque plenamente conscientes del riesgo que enfrentaban. “Todos estaban inflamados por el más bello ideal de crear una nueva República para la libertad y la justicia”, expresó, destacando el compromiso moral de quienes se lanzaron a la aventura.
Para Juan Isidro Jiménes Grullón, la conexión con la Revolución Cubana fue clave para la organización de la expedición de junio de 1959, pero sin que eso implicara subordinación. Según explicó, los planes de los combatientes dominicanos mantuvieron siempre como principio la independencia de acción frente al régimen de Fidel Castro.
Sin embargo, de acuerdo con su relato, una vez iniciadas las operaciones militares, Castro solicitó un “compás de espera” tras el desembarco en Constanza, argumentando que el avance de la expedición podía acarrear complicaciones internacionales para Cuba. Esta petición generó tensiones con los dirigentes del movimiento dominicano, quienes le recordaron al líder cubano que la acción había sido coordinada previamente y que él mismo había prometido no dejarse frenar por esos obstáculos. “Nuestros dramáticos reclamos fueron vanos”, lamentó Jiménes Grullón.
El encuentro con Fidel, que los dominicanos trataron de reactivar, nunca se produjo. Desde ese momento, narró el ideólogo, vivieron “bajo la congoja por la conciencia de que los compañeros que vinieron en las expediciones estaban siendo exterminados”, sin que se produjera un respaldo efectivo.
Jiménes Grullón no dudó en resaltar el calibre humano de quienes participaron en la gesta. A su juicio, se trataba de “la flor y nata de nuestra juventud en el exilio”, alrededor de 165 dominicanos, entre ellos médicos, abogados y otros profesionales comprometidos con la causa libertaria.