En noviembre del 2024 se cumplen 50 años de haberme sentado por primera vez en la redacción de un diario. Aníbal de Castro me incorporó al equipo del desaparecido diario Última Hora en noviembre, 1974. Me había graduado en octubre con honores “Magna Cum Laude”, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Tantos años rodando, esforzándome por ser un buen profesional de la comunicación, he acumulado una colección de reconocimientos. Recuerdo el primero. Una resolución (13-1979) del Ayuntamiento de Higüey, donde nací y me hice bachiller en 1969. Junto con el obispo Juan Félix Pepén Solimán, el historiadora Vetilio Alfau Durán, y los destacados periodistas Milcíades Ubiera y Manuel Poueriet, me declaraban “Hijo Meritorio”. Mayúscula sorpresa. Con 25 años y 5 y de ejercicio profesional, incluido en una lista de personalidades.

Siempre he encontrado personas agradecidas que me entregan una placa. Algunas con gran valor. Por ejemplo, son muy importantes los 4 reconocimientos como profesor de la UASD, por antigüedad, por dedicación y por la buena nota con que me premian mis alumnos. Soy el más antiguo de la Escuela de Comunicación, y uno de los 13 más antiguos de la Facultad de Humanidades.

Aprecio las placas del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales, del que fui secretario general a los 24 años; del Colegio Dominicano de Periodistas, del que soy fundador, y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística, de la que fui varias veces presidente y dirigente por 20 años.

Tienen gran valor para mí los reconocimientos por mi participación en el turismo. A muchos el turismo los encontró en su avance. Siempre explico que mi caso es el de un periodista que conociendo los impactantes recursos naturales de su pueblo, Higüey, tuvo contacto con información sobre esta actividad y decidió involucrarse. Un capítulo de esa historia es haber tenido noticias de las iniciativas de Frank Rainieri en mis playas higüeyanas.

Lisandro Castillo fue el higüeyano que más apoyó los primeros pasos de Frank. Era un inseparable compadre de mi padre, Margarito Cedeño. Yo estudiaba en la UASD, pero las referencias de ambos sobre Frank despertaron mi interés y Lisandro nos presentó. Sus iniciativas me parecieron atrevidas e interesantes. Ya existía Casa de Campo y los documentos de la Organización Mundial del Turismo, que publicaba Bohío Dominicano, completaron el proceso. Hice la opción por el turismo cuando pocos creían.

Lo asumí en el diario El Sol, después ingresé a Adompretur, y cuando surge CICOM, (octubre de 1988) creamos Resumen de turismo, el primer servicio diario de información turística del país y América. Fue premiado en 1996 por la Asociación de Hoteles y Turismo del Caribe.

El primer reconocimiento importante lo hizo el Ministerio de Turismo y la Cámara Dominicana de Turismo, el Día Mundial del Turismo del 1993. En la celebración de este año, el pasado miércoles, recibí una placa de Turismo y Asonahores. La batalla no ha terminado, pero puedo decir misión cumplida. Sacamos el turismo de las páginas sociales, creamos el primer diario turístico y contribuimos a convertirlo en tema nacional. Falta mucho por hacer.

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