El producto interno bruto (PIB), desarrollado en la década de 1930, mide el valor monetario de todos los bienes finales producidos en una economía. Se utiliza ampliamente como indicador del bienestar.
Entre sus debilidades está que no logra capturar las externalidades negativas asociadas con el crecimiento, como la contaminación o la congestión. Además, las actividades ajenas al mercado, como la producción doméstica (cuando las personas realizan tareas no remuneradas en el hogar), no están incluidas en el PIB.

Bien lo mencionó Simon Kuznets, líder del equipo que lo creó, quien advirtió que “el bienestar de una nación apenas se puede inferir” del PIB, ni eso su propósito cuando fue creado.

Al observar la aceleración de la economía digital y sus actores, se podría pensar que el valor generado por Facebook se contabiliza en el PIB a través de sus ingresos publicitarios.

Sin embargo, según estimaciones de la Iniciativa del MIT en Economía Digital indican que la plataforma genera un excedente de consumo medio de alrededor de US$500 por persona al año en los Estados Unidos, y al menos esa cantidad para los usuarios en Europa. En contraste, el ingreso promedio por usuario es de sólo 140 dólares al año en Estados Unidos y 44 dólares al año en Europa.

El efecto del valor excedente del consumidor es aún más fuerte cuando se analizan las categorías de bienes digitales en los Estados Unidos; se descubrió que la búsqueda es la categoría más valorada (con una valoración media de más de US$17,000 al año), seguida del correo electrónico y los mapas. Muchas personas las consideran esenciales para el trabajo y la vida cotidiana.

En el contexto local, existen propuestas para desmontar los impuestos a las telecomunicaciones: reducir el 18% del impuesto a la transferencia de bienes industrializados y servicios (ITBIS) por hasta un 16%, eliminar el 10% del impuesto selectivo al consumo (ISC) y el 2% de contribución al desarrollo del sector. Ahora, esto también viene con un bono sorpresa: un impuesto a las OTTs.

OTT (over-the-top) es un medio de proporcionar contenido de televisión y películas a través de Internet, lo que implica que un proveedor de contenido está pasando por encima de los servicios de Internet existentes. Todavía en la República Dominicana no tenemos una analítica completa sobre el impacto de valor social de los servicios OTTs y del encadenamiento económico que han generado los servicios digitales.

Erik Brynjolfsson, director de la Iniciativa MIT en Economía Digital, profesor de la MIT Sloan School of Management desarrolló junto a otros colegas un método para medir los beneficios asociados con la economía digital llamado PIB-B.

El PIB-B es una métrica alternativa que complementa el marco del PIB tradicional al cuantificar las contribuciones al bienestar del consumidor de los bienes gratuitos.

Los responsables de la formulación de políticas pueden estimar estas contribuciones utilizando un método relativamente económico: realizar encuestas a gran escala preguntando a los encuestados cuánto tendrían que pagar para renunciar a un bien determinado durante un cierto período de tiempo y luego Validar estos resultados mediante la ejecución de estudios a menor escala con incentivos monetarios reales.

Con un poco de recopilación de datos adicionales, los cambios en el PIB-B podrían estimarse periódicamente y publicarse junto con las actualizaciones del PIB trimestrales o anuales. Un trabajo que puede realizarse desde la Oficina Nacional de Estadística (ONE).

Las respuestas a las preguntas sobre cómo regular la tecnología, cuánto subsidiar la infraestructura digital e incluso qué tipo de nuevas ofertas digitales deberían crear los emprendedores dependen de la comprensión de los verdaderos beneficios derivados de la economía digital.

El PIB-B podría ayudar a generar estimaciones más precisas de los beneficios asociados a la forma en que los bienes digitales y no digitales contribuyen a nuestro bienestar, y una mejor medición conlleva una mejor gestión.

Siglos atrás Adam Smith llegó a referir que “el crecimiento de las naciones en parte se debe al curso natural de las cosas”. Midamos bien la economía digital para entender su impacto social antes de añadir impuestos que desaceleren el crecimiento del ecosistema digital.

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