En la segunda semana de marzo del 2020 la población de República Dominicana, tras la llegada del coronavirus -bestial enfermedad que en corto tiempo pasó a ser pandemia en todo el mundo-, comenzó a sufrir graves problemas de salud.
La covid-19, como también se conoce al coronavirus, no ha cesado sus estragos. Estragos que hasta pusieron en vilo a los procesos electorales.

Las elecciones municipales tuvieron que ser pospuestas al igual que las presidenciales y congresuales.

Finalmente fueron celebradas bajo una tímida y compleja organización dirigida por una cuestionada Junta Central Electoral que, dentro de esa terrible realidad sanitaria, llamó a que la colectividad votante fuera a las urnas. El cinco de julio los dominicanos, “enmascarados” para evitar el contagio, acudieron (en masas) a ejercer su derecho al voto para elegir al nuevo Presidente de la República, así como a los diputados y senadores.
Las terribles consecuencias de la pandemia no solo han ocasionado cerca de 3,600 muertes y más de 280,994 contagios -registros hasta el momento de escribir este artículo- sino que en el importante plano de la economía el país se ha visto seriamente afectado.

Tres renglones de capital importancia han sido castigados: La economía, el turismo y la empleomanía. Este último renglón de la sufrida sociedad dominicana se concatena con la quiebra de cientos de empresas y pequeños negocios. El desempleo se agudizó por esa cruda realidad económica.

Nadie debe negar, ni el más ácido crítico de la oposición, que el Presidente de la República, desde que llegó al Palacio Nacional, ha trabajado -prácticamente sin pausa- con miras a buscarles las mejores soluciones a los graves problemas que abaten a la nación.

Su prioridad es, obviamente, frenar a La Covid-19. El mandatario sabe que si su gobierno logra “sepultar” esta pandemia, dará un paso gigante en el ejercicio de su gestión al frente del Estado.

Porque si el coronavirus se va, por “añadidura” quedarían resueltos (¿?) los otros problemas que llegaron como consecuencia de la pandemia que, sin embargo, todavía no da viso de morir.

Abinader, y esta es una declaración que debe ser “acuñada” por todos los sectores nacionales -incluidos dirigentes políticos que adversan al gobierno-, ha dicho que “estamos venciendo al coronavirus; han bajado las muertes, pero hasta una muerte es demasiado”.

La sociedad dominicana debe estar (firmemente) unida para sepultar para siempre al devastador coronavirus.

¡Solo así se podrá garantizar la salud del pueblo!

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