¿Los sonidos tienen representación gramatical? La respuesta es sí. Ese “auch”, que indica que algo produjo dolor; el tan usado “ja, ja, ja”, que nos refleja una carcajada; el “mua” cuando queremos mandar un beso; como también el “ufff”, cuando queremos expresar alivio por algo, son algunos ejemplos de onomatopeyas muy utilizadas en el mundo virtual y también en obras literarias.
Traigo el tema porque hace dos semanas dije que escribiría al respecto. La Fundéu nos señala que las onomatopeyas “…son palabras que imitan o recrean el sonido de la cosa o la acción nombrada, son un recurso expresivo muy potente, capaz de condensar una idea o situación en muy poco espacio y un procedimiento más para formar palabras”.

Existen muchos ejemplos de onomatopeyas, como los citados en la parte introductoria de este escrito, que hacen divertidos y dinámicos los diálogos, en especial en los sistemas de mensajería instantánea, una de las formas más utilizadas en el mundo actual para comunicarse por las diversas plataformas tecnológicas.

Recuerdo que, en la adolescencia, me encontré muchas veces con sonidos representados gramaticalmente que ponían a volar la imaginación del lector, quien debía interpretar que un “iuc”, significaba que algo producía asco; que el “ejem, ejem”, indicaba el carraspeo en la garganta cuando se advierte o se llama la atención sobre algo.

En fin, las onomatopeyas son usadas en ocasiones incontables en el lenguaje oral, pero resulta curioso y divertido apreciar en los escritos aquellos sonidos que nos ayudan a resumir de forma coloquial algunas expresiones.

Muchas han sido las ocasiones en las que colocando el dedo índice sobre nuestra boca mandamos a guardar silencio con el sonido “¡chsss!”; que escribimos “zzz, zzz, zzz” para indicar que tenemos sueño o que estamos ya listos para irnos a dormir.

En cuántas versiones escritas hemos visto que cuando suena un teléfono la onomatopeya que se utiliza es “riiin, riiin”; así como también el “glu, glu, glu” que indica el paso de algún líquido por nuestra garganta.

Otras onomatopeyas que podemos compartir son: aullido del lobo, “auuu”; bofetada, “zas”; canto de pollitos, “pío, pío, pío”; canto del gallo, “quiquiriquí”; comer, “ñam, ñam, ñam”; conversación ininteligible, “bla, bla, bla”; disparo, “bang”; grito de dolor, “ay”; golpe en la puerta, “toc, toc”; ladrido del perro, “guau, guau”; mugido de vaca, “muuu, muuu”; maullido del gato, “miau, miau”.

Espero que, a partir de este escrito, el lector haga el ejercicio de recordar otros sonidos con sus respectivas
onomatopeyas.

¡Gracias por leerme!

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