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Al artículo del profesor Juan Bosch: La retranca de las izquierdas, en el libro, le siguen dos de Isa Conde: “Tres partidos en dos polos: PR-PLD = PRD?” (del 19 al 26 de mayo de 1983); y, “Carta abierta de Narciso Isa Conde a Juan Bosch” (13 de mayo, 1983). De estos dos, por razones de espacio, abordaremos solo el primero, el segundo será objeto de una próxima Pincelada.

En el artículo titulado: “Tres partidos en dos polos: PR-PLD = PRD?” (Hablan los Comunistas No. 256, Semana del 19 al 26 de mayo de 1983), el Secretario General del Partido Comunista Dominicano, Narciso Isa Conde, argumenta que en el país había dos polos que concitaban los apoyos nacionales y extranjeros: el partido de gobierno, el PRD; y, el Partido Reformista.

El primero, socialdemócrata, pero bajo control “de sectores poderosos del capital nativo”. Y el segundo, “el polo más represivo”, representando “un reformismo conservador”, que une “sectores de la reacción tradicional”, y se ajusta a los intereses “de la burguesía imperialista”. En este contexto, plantea Isa Conde que, el PLD asciende y se integra “a la competencia dentro del sistema”, representando una “oposición pequeño-burguesa moderada”, oscilando, programáticamente, “entre posiciones progresistas (limitadas al plano de las reformas y las reivindicaciones inmediatas) y posiciones derechizantes (…)” (p. 30). Utilizando, según el autor, para incrementar su fuerza electoral, “métodos populistas”, “separándose de las izquierdas y convergiendo con el Partido Reformista y setores de la derecho burguesa” (p. 31).

Según el autor, “en medio de las dificultades del gobierno del PRD y del gradual deterioro político que motiva la administración de la crisis en función de los intereses dominantes”, había que evitar “el giro del electorado hacia la izquierda”, y el PLD se prestaba “a desempeñar el papel de factor de contención del proceso de radicalización de las masas y de la profundización de la crisis que afecta al sistema” (p. 32). Razones por las que “los sectores más inteligentes de la burguesía, pero sobre todo Balaguer y Rafael Herrera (…) (requerían) del ascenso de otra fuerza que, sin la imagen derechista del PR, pudiera colaborar en esa dirección”, (31-32).

Según el autor los sectores de la clase gobernante procuran detener la creciente indignación popular, utilizando a los medios de comunicación de masas y promoviendo estas alianzas y empujes electorales previamente descritos, para que la competencia no desborde el cause electoral y la “rebeldía social” no se transforme el “crisis política de poder”, buscando, en el fondo, que “los votos que reste el PLD al PRD puedan dar la victoria al PR” (p.33). Al final, hace un llamado a la movilización social “en todos los rincones del país”, para dar “una salida revolucionaria a la crisis”.

Estos artículos, leídos 37 años después, muestran similitudes y diferencias con la actualidad. Por un lado, que nuestros problemas como nación siguen siendo, en esencia, los mismos. Por otro lado que, en la época, nuestros políticos debatían los temas de la agenda nacional, aunque sea por escrito.

Un pragmático dirá: Otra época, otros “lideres”.

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