La palabra desideologización parece un “traba lengua”, pero la Real Academia Española (RAE) la define como acción y efecto de “eliminar el discurso o intención ideológicos de alguien o algo. Desideologizar a la juventud. Desideologizar un programa de gobierno.”
La definición hace reflexionar y concluir que “eliminar” las ideologías ha sido el propósito con la juventud ¿Por qué? ¿Desde cuándo? Responder no es difícil si vemos que el antónimo es ideologizar. Es decir, si algo caracteriza a la juventud, sin incluir a muchos adultos, es tener ideales, razones de vida, metas a alcanzar.
La desideologización empezó con la caída del bloque socialista, lo que le puso un término a la bipolarización entre capitalismo versus socialismo, y dejó excluida la “democracia popular”, con la cual se pretendía el predominio de sectores sociales sometidos. El régimen capitalista ha quedado amparado en el sistema democrático basado en un: “Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes”(RAE).
La mayor tensión bipolar empezó a manifestarse en América con el triunfo y visita de Fidel Castro a Caracas, Venezuela, el 23 de enero de 1959, a sólo 22 días de su entrada triunfal en la Habana. En un discurso en la Universidad Central de Venezuela anunció, en compañía del comandante Jiménez Moya, para ese año la expedición contra Trujillo, conocida como la del 14 de Junio.
Para 2024 entregaremos un nuevo libro titulado “¿Qué pasó entre Bosch y Peña? Liberales de Washington y Complejo Militar Industrial”, donde explicamos en detalles, y con fuentes, este desenlace. Ahora bien, siendo Latinoamérica y, especialmente el Caribe, uno de los lugares centrales de estos acontecimientos, sus efectos han sido notables.
Con el desplome de la Unión Soviética los EE.UU. quedó como hegemónico en el liderazgo del sistema democrático, pero experimentando un conflicto propio; en su economía predomina la industria bélica, por lo que es una necesidad hacer la guerra. La solución fue crear “el terrorismo” y “los talibanes”, movimiento musulmán fundado en 1994. El terrorismo ha sido combatido sobre una base emocional y religiosa, no ideológica.
A esto se ha sumado el neoliberalismo, una corriente que coloca el mercado económico como único en el sistema democrático, despojando al Estado de su rol de garante de los derechos fundamentales y regulador del comportamiento legal del mercado económico. Los gobiernos neoliberales son propios de partidos que como el PRM y su presidente Abinader y el “Libertario” de Javier Milei, recién elegido presidente de Argentina, invalidan al Estado como garante y regulador de todos. El desafío estratégico dominicano es lograr la funcionalidad del Estado de derecho para que opere el sistema democrático.
El debate electoral dominicano se asoma definiendo un rumbo esperanzador al agrupar aliados a tres de cuatro partidos mayoritarios. El PRM, gobernante, ha provocado aquella alianza de tres por haber caído en el neoliberalismo; su cúpula se sitúa, como popies, en una posición conservadora. De los tres opositores, la FP es una organización progresista con algunos ribetes populistas, y las dos restantes desideologizadas y pragmáticas.
El evento electoral sitúa a una población predominantemente femenina y de jóvenes, ambos luchando por espacios sociales y económicos, pero en capacidad de decidir, y además, en cambio de época, no época de cambios, permite definir nuevas estrategias como un reto de futuro.