A mí no me sorprenden las ácidas críticas de voceros de la oposición y otros no partidarizados, a los importantes éxitos en el escenario internacional de la actual gestión, alcanzados por Luis Abinader y su canciller Roberto Alvarez.

Luis es un político actualizado en temas de política y economía internacional. Cuando él se decidió a entrar de lleno en política, dije de él lo mismo que de Leonel Fernández. Consideraba importante que jóvenes profesionales establecidos se interesasen en asumir protagonismo en los asuntos políticos. De Luis, me llamó la atención que con su formación y éxitos en el mundo empresarial, optara por el escenario político.

En una ocasión en que trabajé para él y para la universidad que fundó su padre, conversamos sobre su frecuente participación en seminarios anuales que organizan prestigiosas universidad de Estados Unidos y Europa, para actualizar a profesionales y empresarios sobre tendencias y proyecciones de temas relevantes de la economía, política y las relaciones internacionales.

Por eso no me sorprendió que Luis ya presidente, primero escogiera a un experimentado profesional del mundo de las relaciones internacionales, Roberto Álvarez, para dirigir las Relaciones Exteriores; y luego sus interesantes iniciativas que en corto tiempo nos han colocado como un país con mayor presencia y peso en el dinámico escenario de las relaciones internacionales en América Latina y el Caribe, aunque en el pasado reciente tuvimos una silla en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Un primer paso fue una mejor selección del equipo para asumir misiones en los países amigos y organismos internacionales, una primera reorganización del ministerio y consecuente mejoría de los salarios y asignaciones. Falta mucho por hacer, pero se registran avances notables.

Una segunda acción, es una presencia más profesional y dinámica en las entidades regionales, en la ONU y sus diversos organismos. Por ejemplo, se designó un embajador en la Organización Mundial del Turismo; y se lanzó una impactante iniciativa para promover la Alianza para el Desarrollo en Democracia con Panamá y Costa Rica, a la que pronto se sumó Ecuador. Instancia de concertación con los jefes de Estado a la cabeza, que busca sortearlos complicados procesos que ralentizan las relaciones internacionales. Esta iniciativa ha merecido elogios de importantes actores internacionales y despertado gran interés en Washington y la Comunidad Económica Europea.

La estrategia dominicana en la escena internacional ha tenido importantes éxitos en las últimas semanas. El primero fue lograr, después de meses de insistencia, que el Consejo de seguridad de la ONU aprobara intervenir en Haití y crear condiciones para un proceso político creíble y durable que aportará autoridades legitimadas local e internacionalmente. La segunda victoria, es la aprobación en la Asamblea General de la ONU del ingreso al Consejo de Derechos Humanos con 137 de los 186 votos válidos de los países presentes, a pesar de las denuncias de que aquí machacamos a los vecinos haitianos.

He estado cerca del Despacho de tres cancilleres y colaborado con organismos internacionales. No soy un experto, pero se nota la diferencia. El prestigio internacional favorece al país y sus negocios, entre ellos al turismo.

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