Se cumple hoy un año del magnicidio de Jovenel Moïse y pese a los ruidosos apresamientos inmediatamente posteriores al hecho y las llamativas líneas iniciales de investigación, con ribetes internacionales, se puede decir que existe un limbo.

Inclusive, algo que da una clara idea del despiste y la falta de pruebas, es que esta misma semana Martine Moïse, la viuda del presidente, herida en un brazo y una pierna por el comando armado que irrumpió en la residencia, ha insistido en acusar a Ariel Henry, el actual ministro, como el principal responsable.

Por el poco avance y la fragilidad de las instituciones haitianas, no hay certeza de que se llegue hasta los culpables ni de que haya condena.

Pero el móvil del comentario no es la situación alrededor del magnicidio; sino el señalamiento del embajador de Alemania en nuestro país, Volker Pellet, que considera que hay voluntad internacional para ayudar a Haití, pero la falta de resultados genera “cansancio”.

Novedoso resulta este concepto porque el término que más se ajusta para calificar el comportamiento de la comunidad internacional ante la crisis haitiana es indiferencia, y hasta descuido y complicidad resisten la situación que padece la República Dominicana, razón de los contundentes llamados que ha estado haciendo el presidente Abinader.

El embajador Pellet señaló también, y hay que reconocer y agradecer su gentileza, que no hay intención de que el problema quede solo en manos de República Dominicana, y que en reiteradas ocasiones solicitó a la comunidad internacional apoyar a Haití donde las bandas armadas toman cada vez más poder.

Cabe recordar que la tecnología de la verja perimetral que se construye en la frontera con Haití, para el sistema de control biométrico, la suministra la empresa alemana Dermalog.

Aprovechamos para despedir al diplomático, que retorna a Alemania al terminar este mes su misión luego de cuatro años.

Que le vaya bien al embajador Pellet, aunque tan a gusto se sintió en Dominicana que reconoce que por la guerra Rusia-Ucrania y la dependencia de Europa del gas ruso, en especial su país, no le espera el mejor de los escenarios.

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