La celebración del Día de la Virgen de las Mercedes, patrona del pueblo dominicano, debiera mover a la reflexión sobre el destino que impuso a este país la llegada de los colonizadores españoles y la evolución posterior de la República Dominicana como una nación hecha y derecha.
Aunque la historiografía moderna ha demostrado que el exterminio de los pueblos aborígenes fue una realidad impuesta a sangre y fuego, la formación de la nación dominicana, compuesta por criollos, mestizos y afrodescendientes es una realidad que ha evolucionado con una identidad cultural de raíz predominantemente hispana.
Los valores morales que el culto mariano ha pregonado a lo largo de los siglos no se diferencian demasiado de lo que la ética en general considera que es correcto en todos los órdenes de la vida, ya sea en la política, en la conducta cotidiana o en cualquier actividad civil, social o administrativa que los hombres y mujeres desempeñen en la sociedad.
De ahí que quizás lo más indicado pudiera ser aprovechar estas efemérides para rescatar precisamente esos valores morales como también los valores culturales que nos identifican ante las naciones del planeta, y que se pierden de manera lenta pero inexorable ante el avance de tradiciones foráneas que nos llevan a olvidar nuestra esencia como pueblo con un imaginario propio, forjado al calor de nuestras viejas luchas.
En esta fecha el santuario de la Virgen de las Mercedes en la zona colonial y en el Santo Cerro de La Vega, recibirán la visita de los fieles y los mensajes de paz y llamados a la concordia tomarán otras características en estos tiempos de pandemia y seguramente a lo largo de este día el pueblo dominicano manifestará su fe de diferentes maneras.
Nuestra reflexión en esta jornada con tanto significado para la grey católica y para el pueblo dominicano en general, es que ojalá la protección de la Virgen de las Mercedes que todos los años invocamos, sirva para encauzar los esfuerzos de todos los hombres y mujeres de bien por la construcción de un mañana mejor para todos los habitantes de este suelo.
