En el país, en cualquier lugar en que se hable de democracia y de institucionalidad y llegue Milagros Ortiz Bosch, hay que reverenciarla.

Ha estado presente, en tiempos de paz y en los momentos críticos y tensos de nuestra historia, del lado de las mejores causas del pueblo dominicano.

Ha hilvanado con su práctica social y política, y en el aula en rol de académica y como aguerrida combatiente desde las trincheras, un historial que la coloca en un pedestal preponderante.

Por eso más que merecido el pergamino de reconocimiento que recibió de parte del Senado por su extensa, transparente, ética y exitosa carrera como profesional y sus aportes extraordinarios al país.

Al recibir el reconocimiento manifestó que su camino en la política no fue algo planeado, pero que lo realizó de la mejor manera posible.

“La palabra gracias parece tonta, porque la fe, amor y compromiso son las que me están acompañando hoy. Señor presidente, gracias por otorgarme parte de sus 16 horas para estar hoy aquí en este reconocimiento”, se le escuchó decir al saludar la presencia en la ceremonia del presidente Abinader.

La iniciativa de los legisladores establece en uno de sus considerandos que Milagros Ortiz Bosch es la primera mujer que fue vicepresidenta de la República. Además, fue senadora por el Distrito Nacional, y también ministra de Educación.

Entre los tantos méritos que jalonan la historia de Milagros Ortiz Bosch figura también una preocupación profunda, en las ideas y en la acción, por los derechos de las mujeres.

Como sobrina de Juan Bosch, fue su asistente en algún momento de su militancia juvenil, y aprendió de ese ejemplo los principios que marcaron su decisiva actuación en la política dominicana, pero también supo ser firme cuando se sumó al PRD y estuvo muy cerca de Peña Gómez, y cuando se convirtió más tarde en un referente ético del PRM.

Este merecido tributo a doña Milagros es un homenaje a una gran mujer cuya huella será, seguramente, un aliciente para las futuras generaciones comprometidas con un mañana mejor para su pueblo.

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