El 2021 casi termina, y si bien no ha sido tan fatídico como el 2020, ha dejado mucho que desear, aunque el país se ve bien encaminado.
Pero lo peor que podríamos hacer es recibir predispuestos el nuevo año por lo que, pese a todo, debemos hacerlo con optimismo.

Para ello reproducimos un penetrante mensaje que una amiga terapeuta nos autoriza a tomarlo prestado de sus redes sociales, como puntuales tareas que nos comprometemos a cumplir durante el año que asoma:

“Me comprometo a crear mi mundo interior fomentando pensamientos de paz, equilibrio, acogida y amor”.

“A mantener el balance emocional, mi esencia y mis recuerdos”.

“A cuidar mi cuerpo y mi mente para estar en condiciones óptimas de cuidar a los míos”.

“A ser firme defendiendo lo que creo y respetando el punto de vista de los demás”.

“A vivir con alegría”.

“A promover y apoyar a los que luchan por lograr sus sueños”.

“A defender mis pasiones, mi tiempo y mi espacio”.

Los principios que figuran en este decálogo, por su simpleza y su
frescura, no ameritan demasiadas explicaciones.

Como sucede todos los años, la mayoría de las personas que caminan por el planeta Tierra acostumbran a definir propósitos, metas y objetivos cada vez que un almanaque viejo es reemplazado por uno nuevo.

Y como habitamos en un mundo lleno de imponderables, en el que la propia existencia está sujeta a cambios que muchas veces ni siquiera dependen de nosotros mismos, esos propósitos no siempre se pueden materializar, pero igual está bien que existan, que estén presentes como un itinerario con el que podamos marcar el rumbo que pretendemos para nuestra existencia.

Por encima de todo, lo que tenemos que asumir es que somos seres gregarios, que nos agrupamos y nos congregamos en comunidades que pueden ser relativamente pequeñas o vastos hormigueros llamados ciudades y estamos expuestos a todo lo que ello significa.

Finalmente, queda espacio para una última exhortación, la de cuidarnos y cuidar a los nuestros en medio de esta pandemia para evitar que ese mundo lleno de peligros, que nos parecen lejanos, se nos acerque demasiado.

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