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Avanza el siglo XXI. También el ejercicio del periodismo que necesita, sin más dilación, la democracia dominicana. El lead -que quizás los más agudos críticos califiquen de “muy raro”-, quiere despertar en los lectores un singular interés en saber cuál es “el propósito” que busca concretar quien escribe el presente artículo.

Es harto sabido que ya no estamos en las agitadas décadas de los 60, 70 y 80 cuando en República Dominicana -con sus medios noticiosos impresos- se trabajaba un periodismo que no contaba con la magia de la Internet.

Quienes ejercían el periodismo en esos períodos, en sus roles de reporteros -el día a día- para sus respectivos periódicos o noticiarios de radio y televisión, tenían que ingeniárselas para cumplir con su trabajo.

Yo, por ejemplo, cuando inicié mi labor profesional -julio de 1979- ni en sueño pensaba que 41 años después iba a estar trabajando con la facilidad que nos proporciona el científico sistema de computación. ¡Gracias a los rápidos avances de la Internet!
Unos cinco años más tarde, cuando comencé a trabajar como corresponsal de la prestigiosa agencia de noticias United Press International (UPI), de Estados Unidos, todavía no había llegado al país la Internet.

Pero pude realizar, sin mayores inconvenientes, mi ejercicio periodístico gracias a los códigos que la UPI facilitaba a sus corresponsales para que pudieran enviar, bien redactadas, sus noticias al mundo.

En República Dominicana los reporteros que laborábamos -sin descanso- lo hacíamos utilizando las hoy desaparecidas y obsoletas máquinas mecánicas que tenían el “diseño” del papel bon, hojas 9 X 11.

Y así, con incansable labor diaria, éramos (los redactores) “embarnudadores de cuartillas”, como nos llegaron a bautizar los más veteranos y capaces periodistas de aquellos tiempos.
Ahora, en la llamada “época del conocimiento”, en pleno siglo XXI, el periodismo ha tomado nuevas riendas. Fortalecidas con una imparable y gigante dimensión.

En estos tiempos se ejerce un periodismo que, salvo algunas negativas excepciones que corresponden a los periodistas mediocres y asiduos violadores de los principios y la ética, cumple con los parámetros que traza el noble oficio, como lo llamó el nunca olvidado periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982.

Debo anotar estas líneas que aparecen en mi libro intitulado Periodismo…Cuando la verdad no sea distorsionada: “El periodista que no valore la realidad que caracteriza el buen ejercicio del periodismo, tendrá que disculparse ante la sociedad “.

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