artículo en este periódico elCaribe titulado “Vertedero de Duquesa necesita nuevo lugar”, donde planteábamos que “Ese emplazamiento del vertedero de Duquesa fue permitido ahí cuando no existía la Ley Ambiental 64-00, pero ya no se puede permitir, y la mejor solución ambiental es buscar otro lugar, al norte del actual, virgen, arcilloso, impermeable, donde se instale una recicladora de vidrios, plásticos, metales, papeles, cartones y materia orgánica, con un verdadero relleno sanitario, vecino a la recicladora, capaz de acumular los desechos urbanos no aprovechables, porque eso es lo que procede en base a la Ley Ambiental 64-00 y a los tiempos modernos, y luego de puesto en servicio efectivo el nuevo emplazamiento, entonces proceder al cierre técnico del viejo emplazamiento, para posteriormente proceder al saneamiento ambiental del suelo y del subsuelo de Duquesa”.

Ahora, 5 meses después de publicado nuestro artículo, la ciudad Capital ha vuelto a vivir odiosos tiempos de insoportables humaredas en madrugadas que se creían superadas, porque de nuevo Duquesa se incendió, aunque se desconoce si fue accidental o intencional, pero lo que todos sabemos es que las llamas comenzaron a extenderse activadas por la combustión del gas metano (CH4) liberado por la descomposición de la materia orgánica allí desechada, y la humareda cubrió parte de la franja noroccidental de nuestra Capital, alcanzando clímax mortificantes durante las madrugadas del pasado jueves y del pasado sábado, cuando la densa cortina horizontal que cubría gran parte de la franja occidental de la ciudad Capital fue empujada por un cambio en el flujo de viento, haciendo que la humareda comenzara a cubrir gran parte del Distrito Nacional, invadiendo cada rincón con denso humo y malos olores a combustión, perturbando a miles de ciudadanos que habitan en el Distrito Nacional, principalmente a quienes padecen problemas respiratorios y problemas cardíacos, e irritando a millones de ciudadanos.

Lamentablemente, lo más agravante de este traumático incendio del vertedero de Duquesa, trauma al cual nunca debimos llegar si con tiempo hubiésemos cerrado ese odioso “botadero” para construir un relleno sanitario en otro lugar, es el difícil momento por el que todos estamos atravesando fruto de la peor pandemia de los últimos cien años, pandemia que precisamente en el 20% de los casos genera serios problemas respiratorios, lo que indica que el incendio de Duquesa viene a complicar los problemas respiratorios de quienes hoy están afectados por insuficiencia respiratoria generada por el desarrollo de la COVID-19, lo que en otras palabras significa que este es el peor momento para un incendio de basuras en el Gran Santo Domingo, lo que ha llevado a muchos ciudadanos a pensar que este incendio pudo no ser accidental, aunque cualquier conclusión final debe mostrar evidencias irrefutables.

Pero lo insólito es que cada vez que tenemos una nueva crisis incendiaria en el vertedero de Duquesa tenemos que montar costosísimos operativos terrestres y aéreos para intentar apagar el extenso fuego generado y alimentado por un gas metano que, por ser un hidrocarburo, no responde al agua, sino que responde a la ausencia de oxígeno, lo que complica y encarece apagar cada incendio, y con todo lo que hemos gastado apagando largos fuegos en Duquesa ya habríamos construido varios rellenos sanitarios, con estaciones de transferencia, plantas de reciclaje, y celdas para sepultar desechos no aprovechables, y debemos estar conscientes de que cada nueva crisis incendiaria de Duquesa tiene el potencial de convertirse en crisis ambiental, en crisis sanitaria, en crisis social, y hasta en crisis política que siempre se debe evitar por sus implicaciones visibles y no visibles, pues en política todos tratan de sacar provecho de los errores ambientales y sanitarios, especialmente si esos errores irritan a una gran parte de la población votante.

El vertedero de basura de Duquesa es el peor ejemplo de lo que ambientalmente podríamos llamar un pésimo manejo de los desechos sólidos urbanos de una Capital que diariamente genera 3,500 toneladas de residuos sólidos que son aprovechables, es decir, casi 8 millones de libras de basuras cada día, pero sumemos la severa contaminación ambiental por lixiviados tóxicos que escurren hasta las aguas superficiales del vecino río Isabela y hasta las aguas subterráneas que abastecen a Santo Domingo Norte, sumemos las plagas de ratas e insectos que se multiplican en todo vertedero a cielo abierto y multiplican enfermedades, sumemos las molestias y peligros para el inmediatamente vecino aeropuerto internacional Joaquín Balaguer, y sumemos la pérdida de valor de las tierras vecinas al vertedero, y que hoy no son atractivas para urbanismo porque nadie quiere pagar dos o tres millones de pesos por un apartamento ubicado al lado de un mal oliente “botadero” de basuras, que con frecuencia se incendia, pues aparentemente nadie se da cuenta de que el solo hecho de cerrar, sanear y sellar ese vertedero multiplicaría el valor de las tierras vecinas que son urbanizables, por lo que la inversión en cerrar, sanear y sellar a Duquesa es insignificante comparada con los millonarios beneficios económicos, ambientales y sociales de cerrarle y trasladarle más al norte.

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