Si se hiciera una lista de los cinco temas que pueden causar un impacto negativo en la dinámica de expansión del sector turismo en República Dominicana, uno de ellos sería la presencia de sargazo en nuestras playas.

Siempre se escuchan voces críticas al turismo de sol y playa y no faltan quienes exageran sobre la diversificación de la oferta y la inclusión de nuevos nichos, pero lo cierto es que sol y playa son los principales componentes de la oferta. Es un producto que debe ser enriquecido con nuevos componentes, pero ese el principal.

La encuesta anual de opinión y motivación que aplica el Banco Central a los turistas cuando se retiran del país, nos dice que en el año 2000, al preguntar los motivos por los que eligió República Dominicana para vacacionar, el 28% declaró que decidió por la calidad de las playas y el 27% por el clima. Sol y playa suman la mitad. Les sigue con 13% haber hecho visitas anteriores y el 12% por la hospitalidad.

La encuesta del 2010 reportó un incremento de las playas como atractivo con un 32%, le sigue el clima con un 13%, visitas anteriores con 12% y hospitalidad un 6%, “precios razonables” con 8.9% y se incluye el motivo “por trabajo” que logra un 7.9%.

En el 2022 el reporte indica que el atractivo “PLAYA” siguió creciendo y llegó al 44%, clima 7% y hospitalidad también creció con un 17%. Sol y playa es como decir clima y playa, motivaciones complementarias que encabezan la lista. El liderazgo de la provincia Altagracia como región turística se sustenta en sol y playa (Punta Cana y Bayahíbe) que se llevan más del 50% de los turistas que recibimos.
Las riquezas históricas y naturales, vida nocturna, campos de golf, tranquilidad, casinos y ecoturismo aún no compiten con sol y playa, y solo operan como opciones complementarias.

Es este escenario lo que me obliga a incluir el sargazo en la lista de temas centrales a atender y mejorar. He tenido la oportunidad de escuchar a turistas que vienen de Estados Unidos, Canadá y Europa, que suman el 80% de origen de nuestros turistas, lamentarse de llegar a un hotel en que la horrorosa mancha marrón del sargazo borra el componente verde azul del paisaje, y quita de un golpe las ganas meterse al agua a disfrutar de sol y mar. Esa imagen es una sorpresa muy desagradable. Lo es para mí y no dudo de que también lo es para quienes pagan unas costosas vacaciones en un hotel de lujo de Punta Cana, en cuya promoción la mancha marrón no aparece borrando el amado mar caribeño.

Todo lo demás es interesante, enriquece el producto, nos hace más atractivos, pero el núcleo principal de la oferta del Caribe, no solo la nuestra, es la suma de sol y playa. No cualquiera, la playa con arena blanca, cocoteros y un cálido sol que aporta el clima. ¿Dejaremos que el sargazo haga pedazos nuestra oferta? Me preocupa.

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