Hace muchos años escribí un artículo de ficción adonde el personaje representado por la estatua del Gran Almirante, Cristóbal Colón, se desmontaba del pedestal de mármol adonde ha estado por más de 133 años y el día le sorprende en un banco del Parque Colón. Apuntaba hacia lo desconocido señalando con su dedo descubridor, dedo que también transformaba promesas adultas en realidades infantiles. “Cuando Colón baje’l deo….” Indicaba el adulto como plazo infinito para no cumplir lo prometido. Pues el Descubridor bajó el dedo y se “apió” el mismo y aun así, quedaron las promesas incumplidas. Oí muchas veces alguien expresando el deseo de que el mundo se detuviera para bajarse y nadie lo consiguió…. Ahora que el mundo está inmóvil no tenemos adonde bajarnos, en medio de un mar de miedos, angustias, depresiones, sueños suspendidos en el medio de augurios de caos y crisis, propalado por los pesimistas de siempre queriendo dirigir nuestro ánimo, cargando aún más el cierre de casas, países y fronteras, estados de emergencia, pretendiendo contaminar el cerebro generando odios. Añoro estornudar sin sentido de culpa, esperando un: Salud, con ánimos de neutralizar efectos. Añoro poder toser con precauciones sanitarias sin extremos. Espero rebasar el distanciamiento obligado, las conversaciones con bozal, la prohibición del intercambio y la entrega indiscriminada de abrazos sinceros, útiles en todo encuentro, cualquiera que sea el motivo. Felicitan por logros, demuestran la alegría en el encuentro; dicen “te quiero” con amor de todos grados; capaces de trasmitir consuelo ante la pérdida y ahora valoro mucho el encuentro fúnebre en los velatorios, ante la muerte distante de mi hermana ida, en este inesperado tiempo de carencias emotivas. Ausente el apretón de manos que trasmite alegría en los encuentros informales y respeto en otras circunstancias. Harto de “teorías”: desde el murciélago de Wuhan, el virus creado, el experimento de control social, la eliminación de los “viejetes”, la de los años 20 de cada siglo y la de las curas instantáneas con mil y un recurso. Si estamos en “guerra”, sin declararse pero con miles de “bajas”, esta ha afectado buena parte del globo, incluyendo nuestros espacios tropicales. Que no dañe las esperanzas de volver a vivir como lo hicimos hasta la Navidad del 2019, exigiendo que nos cambien el 2020 que vino “movío”, como los huevos dañados. Súper críticos a la hora de votar, cuando se pueda. Hace falta líderes de acción, no de propuestas. Que las alegrías de vivir retornen pronto a nuestros corazones asustados y adornen rostros frente a esperanzas genuinas. Que la felicidad sea posible sin temer por abuelos, infantes, gente joven y adultos activos y que el amor, en todas sus facetas, sea el suero del retorno a la “normalidad” que moldeó nuestra cultura del día a día. Sigo creyendo en el ser humano, aunque existan bestias capaces de todo.

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