El cambio es ley, y ninguna cantidad de simulación puede alterar esa realidad, Sócrates.

Los tres principales personajes del pasado, que en la historia reciente entronizaron en el país 20 años de retroceso estructural y enquistamiento de corrupción, impunidad y carencia de institucionalidad, se les quieren presentar al pueblo como unos huevitos acabados de poner.

Ellos y ella, que en 5 períodos de gobierno no fueron capaces de resolverle al país una sola de sus carencias estructurales, y que por el contrario las agravaron, se expresan ahora como las más altisonantes voces del coro de reclamos que motiva la deuda social que dejaron pendiente, como si fueran unos recién llegados.

Como si no fueran responsables de primer orden de manejarse en el más largo período gubernamental de los tiempos modernos, sin siquiera empezar a resolver problemas estructurales y acuciantes como la inseguridad ciudadana, la falta de educación y salud de calidad, de seguridad social, la putrefacción del sistema judicial y lagunas policiales, prostitución de parte de la prensa.

Reclaman igual que los gobernados lo que como gobernantes no hicieron para resolver la falta de agua potable, y el servicio eléctrico deficiente, caos en el tránsito vehicular, entre otros servicios fallidos, derivadas en parte esencial porque dejaron la economía en situación de vulnerabilidad, desoyendo los reiterados consejos del sector empresarial y los organismos internacionales, y pese a que la iniciativa privada les proveyó consistentemente un sustancial crecimiento económico.

Lo que hacen estos tres fieles representantes del pasado no es conducta nueva, son oficiantes de la posverdad, práctica que hace tiempo el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española definió como: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad”.

Cuando el pueblo y los perremeístas y sus aliados escuchan a Leonel Fernández, Danilo Medina o Margarita Cedeño de Fernández o cualquiera de sus asociados cuestionar sobre fallas sistémicas del país que tuvieron en sus manos resolver, y no lo hicieron, deben indignarse, pero no distraerse.

Cierto que a los del pasado hay que encuerarlos en su desvergüenza, pero los perremeístas y funcionarios tenemos que poner el foco en hacer cada uno lo que nos corresponde para desempeñarnos de manera íntegra y eficiente en el servicio público y en informar y educar sobre los cambios y transformaciones que realiza desde el primer día de gestión el presidente Luis Abinader en beneficio del pueblo. Atendamos al sabio consejo socrático.

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