Que todos sepan que la Junta Central Electoral (JCE) es una institución que está en el “ojo avizor” de la sociedad dominicana.

Al comenzar este año 2023, hasta el ciudadano menos interesado en los asuntos políticos -o mejor decir: “menos interesado” en las elecciones presidenciales pautadas para mayo del 2024-, pone su vista fija en el órgano colegiado que encabeza el veterano jurisconsulto Román Jáquez Liranzo.

Aunque este magistrado no lo ha declarado a viva voz, él debe de estar consciente del gran reto que tiene para garantizar unos comicios limpios y transparentes para que todo el país olvide para siempre la llamada cultura del fraude.

Leí con acentuado interés la crónica publicada en la prensa sobre lo que expuso el presidente de la JCE en una disertación ofrecida en la Universidad APEC concerniente a la cacareada reforma electoral.
Considera que con esa reforma en el montaje de las elecciones presidenciales y congresuales, así como las municipales, se garantiza un proceso diáfano, límpido, sin traumas y que sus resultados no ocasionen protestas por parte de los perdedores.

Textualmente, de acuerdo a la reseña periodística, Jáquez Liranzo precisó: “Estamos conscientes de que las reformas electorales son decisiones políticas, pero el liderazgo que las decide debe entender y priorizar la democracia y el desarrollo de su sistema electoral, porque la reforma que se necesita no debe ser de parches, debe ser integral, clara, con garras, con controles, justa y paritaria que fortalezca nuestro sistema electoral y la democracia”.

El liderazgo político nacional es el principal protagonista de la consulta electoral del 24 y, por consiguiente, está en la obligación de ser un aliado firme de la JCE.

Anotar que precisamente dirigentes de los partidos (grandes y pequeños) dieron la voz de alerta para que el Poder Ejecutivo fuera en auxilio económico de la JCE.

Se exigió que sin dilación, a la JCE se le entregaran los necesarios recursos que precisa para la organización de unas elecciones sin tropiezos.

El presidente Luis Abinader, tras corto tiempo del reclamo de Jáquez Liranzo, hizo entrega de unos cuatro mil millones de pesos que servirán, sumados a los otros recursos económicos, para el complicado trabajo que la JCE debe realizar -y sin mayores inconvenientes -con miras al montaje de las elecciones en sus tres segmentos (presidenciales, congresuales y municipales).

Urge que en el 2024 la democracia quede fortalecida después de que tengamos unas elecciones transparentes, diáfanas y creíbles. Que jamás volvamos a escuchar el ruidoso estribillo de: “hubo un colosal fraude en las elecciones”.

¡Digamos no a la cultura del fraude!

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