La libertad de culto

Nada tiene de malo la instrucción bíblica. Todo lo contrario, del libro sagrado se tiene mucho que aprender. La lectura de la biblia es buena,

Nada tiene de malo la instrucción bíblica. Todo lo contrario, del libro sagrado se tiene mucho que aprender. La lectura de la biblia es buena, pero para aquellos que quieran hacerlo y en lugares específicos, como las iglesias y los hogares. Razón por la cual, no se entiende la existencia de una ley que obligue a que en las escuelas públicas se lea diariamente la biblia. La Ley No. 44-00 volvió a la Cámara de Diputados, pero no para su modificación como se esperaría de un Congreso moderno, sino para su ratificación. El Congreso trata de imponer una profesión de fe, a la que los niños no están obligados.

La Constitución protege a las personas de este tipo de imposiciones. El artículo 45 establece que el Estado garantiza la libertad de conciencia y de cultos. Con la disposición de los legisladores, se atenta contra la libertad de creencia de los dominicanos. Cada persona debe tener el derecho de decidir si quiere vivir una experiencia de fe o no. En caso de que así sea, el Estado debe garantizarle la libertad de optar por la religión que desea. Es un derecho de la mayoría cristina (católica y evangélica); pero también de los seguidores de otras denominaciones religiosas como el budismo, el hinduismo, el judaísmo o el islamismo.

Los legisladores no pueden atentar contra esta libertad. Es un contrasentido que se hable de la necesidad de respetar la Constitución y cuando se trata de garantizar derechos fundamentales, no importa si la Carta Magna es violada o no. Es un absurdo hablar de los desafíos que tiene la democracia, al tiempo que se impulsan iniciativas congresuales sin pensar en la gente, con el único propósito de congraciarse con las iglesias. Con una ley que obliga a la lectura de la biblia en las escuelas y una resolución para su aplicación, se está revirtiendo una importante conquista alcanzada en el país en materia de derechos civiles.

Pueden existir centros educativos con una identidad religiosa, como ha existido siempre. Se reconoce el importante aporte realizado por colegios católicos y evangélicos en la formación de miles de niños dominicanos. Lo que no se puede es imponer una práctica religiosa en todo el sistema educativo del país. Esta debe ser una opción a disposición de las familias, no una obligación. El excesivo conservadurismo de los diputados les impidió darse cuenta de este aspecto. Con esta situación se abre una oportunidad para que el Tribunal Constitucional conozca el tema y dé su opinión al respecto. La cual esperamos sea, la de preservar la libertad de conciencia y de cultos que garantiza la Constitución dominicana.

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