Mientras el país asuntaba el discurso de rendición de cuentas del presidente Luis Abinader en su primer año de gestión, fueron montados dos “eventos” en las redes.
Una operación diversionista para denunciar supuesta corrupción del gobierno que la está persiguiendo como nunca antes, y un anuncio del PLD de que respondería “punto por punto” el discurso presidencial, antes de que se produjera.

Ambos “eventos” corrían en las redes, el mismo día en que la justicia conocía los intentos por liberar parte de los miles de millones de pesos por cuya estafa la justicia investiga a parte del entorno presidencial íntimo del pasado gobierno.

Mientras el país cimenta hoy la independencia de los poderes Judicial y electoral, blinda el sistema contralor del erario, empuja ética y eficientemente la gestión pública, el Presidente presenta una vasta lista de ejecutorias que solo en Obras Públicas llega a las 450 obras.

Obras que circundan el tránsito alrededor de ciudades, acortan distancias entre zonas productivas, ahorran tiempo y dinero en el traslado de cargas y pasajeros, impulsan el turismo interno, reconstruyen puentes y vías por doquier.

Que incluyen construcciones de mitad del siglo pasado y a las que jamás se les dio mantenimiento o se reparó, o a las que se les dio un primer picazo hace cerca de 30 años, como la circunvalación de Los Alcarrizos.

Todo eso mientras conteníamos la pandemia, lo que reconoce hoy hasta un rebelde indomable como Waldo Ariel Suero, y convertían al país, Luis Abinader y su gobierno, en ejemplo también de reactivación económica y rescate del turismo y se iniciaba un proceso de comunicación y conectividad que nos ha dejado listos para emprender la educación pública a distancia.

Mientras en medio de las vicisitudes de la pandemia el gobierno consumaba la hazaña de consolidar la democracia, recuperar el crecimiento y la estabilidad económica, sanear y modernizar el Estado, vale decir, poner la casa en orden para relanzar al país ¿qué se espera del PLD?

Se espera que Danilo Medina, Margarita Cedeño y Gonzalo Castillo, es decir, el liderazgo del PLD, demuestre que no tienen base las investigaciones por corrupción administrativa en su gestión.

Se espera que esos viejos dirigentes del PLD entiendan que el país está despegando hacia nuevos rumbos de desarrollo y bienestar en todos los órdenes, y que en vez de quemar a sus jóvenes talentos como últimos tiros de una batalla perdida, los animen a sumarse a los esfuerzos por levantar al nuevo país.

Con la presentación de fecundas credenciales en su primer año, y la carta de concertar el futuro, Luis Abinader ha hecho su mejor movimiento. Se espera que el PLD se eleve a su altura.

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