República Dominicana, pese a que formó parte de los inicios tanto de las Naciones Unidas como de la Organización de los Estados Americanos (OEA), siempre ha tenido fuertes enemigos en ambas organizaciones, que han hecho hasta lo imposible por afectar negativamente al país.

Ya vimos el caso de la OEA con el Plan de Regulación y como fue forzado el país a gastar miles de millones para documentar y salvar la situación de una parte de los haitianos que han inmigrado en forma irregular y desordenada.

Ahora la organización de las Naciones Unidas quiere envolver a países como República Dominicana, Estados Unidos y otros, que tienen el mayor flujo migratorio del mundo, con supuestas regulaciones y ajustes para favorecerlos, que solo buscan desordenar el natural orden de las cosas y la soberanía de esos pueblos, naciones o estados.

Estuvimos a punto de perecer en el nido, pero una ligera expresión de pueblo forzó la marcha atrás en la firma de ese documento, aberrante en toda su extensión e intervencionista directo, en todo su contexto.

La ONU ha malgastado miles de millones de dólares para poner las cosas en orden en Haití y no ha podido ni con los poderosos cascos azules y, como los llamados misioneros, que quieren todo para los haitianos, no se quedan allí, sino que pernoctan aquí.
Si tanto quieren resolver el problema migratorio: ¿Por qué no fuerzan a los países asiáticos, a Rusia, Europa y otras áreas donde la migración es regulada con el marco de sus leyes y, el desorden no es tan grande como en las naciones ya mencionadas.

La ONU está para velar por el bien de los 193 o 194 países que la integran, pero no para dañar a unos y favorecer a otros. A esos teóricos que busquen otra forma de justificar sus grandes salarios y no traten de dañar más a este pequeño territorio que desde 1492, ha tenido que soportarlo todo. Ojo Pelao, señores gobernantes.

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