El moderno mundo de hoy jamás habría llegado a alcanzar el extraordinario nivel de desarrollo científico, tecnológico, energético, agrícola, hidráulico, médico, constructivo, vial, comunicacional, incluyendo los modernos sistemas de transporte terrestre, marino y aéreo, para rápida interconexión global de cargas, alimentos, medicinas, vehículos y pasajeros, si no hubiese contado con los minerales metálicos, los minerales no metálicos y los combustibles fósiles extraídos desde la corteza terrestre, pues el moderno mundo de hoy, del cual todos nos sentimos orgullosos, logró su desarrollo al pasar de la Edad de Piedra a la Edad del Cobre, luego a la Edad del Bronce, luego a la Edad del Hierro, y finalmente a la Edad de los Combustibles que, al sumarse a los metales, ha permitido transformar totalmente la sociedad primitiva, con hábitat en cavernas, a una sociedad urbana, de altas torres y vías asfaltadas, donde todo está disponible de manera inmediata gracias a materiales y tecnologías que se apoyan totalmente en la minería.

En este mundo moderno todos queremos ir diariamente al colmado o al supermercado para abastecernos de alimentos, pero olvidamos que la minería es la única industria que aporta combustibles y metales para los tractores agrícolas, aporta fertilizantes para mejorar las condiciones productivas del suelo, aporta metales y plásticos para las tuberías que llevan agua hasta predios agrícolas, aporta metales y combustibles para las cosechadoras y procesadoras, y metales y combustibles para los camiones, barcos y aviones que transportan productos ahasta los mercados donde son adquiridos por los consumidores.

Todos queremos tener un hogar moderno y seguro que nos proteja de las lluvias, de la radiación solar, de los vientos de los huracanes y de los grandes terremotos, pero ese hogar ha sido construido con zapatas, columnas, vigas y losas, hechas con hormigón producido con gravillas, arenas y cemento Portland; luego ponemos paredes hechas con bloques de concreto unidos con mortero de arena y cemento Portland, paredes a las que ponemos varillas de acero para que tengan un refuerzo para soportar las fuerzas de tensión; y finalmente ponemos pisos de mármol, o de travertino, o de roca caliza, o de granito, o de cerámica, o de baldosas, o de cemento simple, además de lavamanos e inodoros de cerámica, pero olvidamos que esos materiales usados para la construcción de ese hogar fueron aportados por la minería no metálica, lo que indica que si cerramos esa minería no tendríamos ni hogares, ni escuelas, ni hospitales, ni industrias, ni calles, ni avenidas, ni carreteras, ni puentes, ni represas, ni canales de riego, ni hoteles, ni iglesias, ni nada, salvo que volvamos a depredar los bosques para obtener maderas, pero así como necesitamos materiales mineros para la construcción, también necesitamos garantizar buenas prácticas mineras que sean ambientalmente sostenibles.

Todos queremos un vehículo, público o privado que nos lleve al trabajo, a la escuela, a la iglesia, a centros comerciales, a playas, y a otros países, pero olvidamos que los componentes de ese vehículo, incluyendo el acero, el aluminio, el cobre, el cinc, el níquel, el plomo para baterías, etc, han sido aportados por la minería metálica, además de que ese vehículo se mueve con un combustible que lo aporta la minería de petróleo y gas.

Todos queremos tener un moderno teléfono celular que nos permita comunicarnos con todo el mundo desde cualquier lugar, y tener nevera, estufa, licuadora, lavadora, televisor, radio, etc, electrodomésticos que nunca faltan en ningún hogar, pero olvidamos que los materiales para esos equipos fueron aportados por la minería.

Sin embargo, por décadas hemos escuchado de algunos ambientalistas, comunicadores y ciudadanos en general, hacer un ejercicio de hipocresía e ingratitud al estigmatizar a la minería como la culpable de todos los problemas ambientales, y ese erróneo esquema de hipocresía e ingratitud se acaba de repetir el pasado sábado cuando desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha emitido una nota argumentando que “Creer que la minería es sinónimo de progreso y desarrollo es irrisorio; ya que la minería es una actividad incompatible con la sustentabilidad ambiental y la soberanía hídrica del país”, criterio que constituye un absurdo ejercicio de fanatismo antiminero que en nada ayuda al mundo de hoy, y menos a México, cuya economía depende de la minería del petróleo, pues si bien es cierto que toda actividad humana, incluida la minería, produce impactos ambientales negativos, la verdad es que los graves problemas ambientales, urbanos y periurbanos, incluidos los problemas ambientales de la Ciudad de México, una de las ciudades más contaminadas del mundo, no han sido causados por la minería, sino por falta de alcantarillados sanitarios, por mal manejo de las basuras, y por altas emisiones de gases contaminantes, y eso debe quedarle claro a la UNAM.

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