Las naciones que han logrado afianzar sus instituciones democráticas ha sido sobre la base de pactos políticos y sociales que les han permitido no sólo fortalecerse en lo inmediato sino planificar el futuro con la certeza de haber rebasado los sobresaltos.Pudiéramos citar muchísimos casos específicos, pero bastaría con mencionar a la España posfranquista cuyos líderes emergentes decidieron aunar sus mejores esfuerzos para que el país entrara de lleno en la democracia, la cual se mantiene firme y sin nubarrones en el horizonte.

El intento de golpe de Estado protagonizado por un grupo de militares en 1981 no pasó de ser un episodio aislado que más bien contribuyó a fortalecer la democracia española.

Si hablamos de nuestra región tenemos que referirnos a Venezuela cuyos líderes fraguaron el retorno a la democracia a través del llamado “Pacto de Puntofijo” que garantizó la estabilidad política del país bolivariano tras el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez.

Este acuerdo posibilitó que Venezuela se mantuviera, junto con Colombia, como estrella luminosa aun en la más terrible noche de las dictaduras de Centro y Sudamérica, patrocinadas por los Estados Unidos mediante el apoyo a militares asesinos por entrenamiento norteamericano y ladrones por vocación propia.

De modo que los pactos han probado ser eficientes en beneficio de la estabilidad de los países con instituciones débiles sujetas a los vaivenes de la política y de la politiquería.

Luego, a la República Dominicana le conviene que sus fuerzas políticas y sociales se comprometan a través de un pacto que garantice, por ejemplo, que la Constitución no se va a estar estrujando cada cuatro ni cada ocho años, sino que lo establecido en la Carta Magna va a perdurar por décadas.

Creo que el primero en avenirse a un pacto de esa naturaleza es el presidente Danilo Medina, quien al justificar su repostulación en 2015, afirmó que estaba dando un paso trascendental en la dirección del fortalecimiento institucional.

Sin embargo, esa afirmación del jefe del Estado no tardó mucho en ser desestimada por dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, quienes empezaron temprano el laborantismo para procurar una nueva reelección del mandatario, aun cuando la Constitución lo prohíbe.

Si en un pacto que se intente se tiene que remover el jamás que figura en el transitorio vigésimo de la Carta Sustantiva para que el presidente Medina pueda aspirar luego de 2020, que se incluya de manera precisa.

Me parece que no se puede tener un país sujeto a los caprichos de un partido o fracción de partido, pues inmediatamente eso deja de ser una nación para convertirse en un relajo. Se impone un acuerdo de largo alcance para el fortalecimiento institucional.

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