La Constitución Dominicana nos describe como un Estado Social y Democrático de Derecho, fundado bajo el respeto a la dignidad humana y los derechos fundamentales, con el objetivo de crear una nación que permita a cada ser humano desarrollarse de forma igualitaria, equitativa y progresiva (Art.8).

Esta noción de la construcción de un Estado igual para todos, no siempre logra un traspaso efectivo en el ejercicio práctico del respeto e igualdad de los derechos fundamentales de las personas. Distintos excesos patológicos, de ciertas ideologías, han afectado directamente el ejercicio de los principios democráticos. Entre estos, resalta uno de los más atroces: el patriotismo/nacionalismo irracional.

Durante cientos de años, el patriotismo ha sido utilizado para dividir y marcar diferencias entre distintas sociedades, mientras el nacionalismo se confirma en el siglo XVIII como un concepto que exalta la población y nación soberana frente a la monarquía absoluta, con inspiraciones de libertad bajo el ejercicio de derechos inherentes a las personas, y la idea de promoción de las libertades de los pueblos. Sin embargo, este concepto ha sido utilizado por distintas ideologías como eje central para encaminar una política divisoria basada en la etnia, xenofobia y el odio.

El profesor Rolf Stemberger propone el concepto de patriotismo constitucional como una respuesta que recupera los valores del republicanismo y la concepción ilustrada del nacionalismo racional (Barba Martínez, 2003). El filósofo Jürgen Habermas en 1986 desarrolla y difunde el concepto de patriotismo constitucional, como mecanismo para fortalecer la idea de patria hacía la defensa de la Constitución y las normas, las cuales deben funcionar para todas las personas sin ninguna distinción de origen religioso, cultural y étnico.

Se presenta como una superación al nacionalismo y patriotismo excluyente, que vuelve a la idea ilustrada de respeto a la Constitución y las normas; principalmente por lo que implica el entendimiento de esta idea, ante el crecimiento de un mundo cada vez más globalizado y multicultural. El patriotismo constitucional ha venido a plantear, que la nueva identidad generadora de cohesión para un proyecto colectivo de nación, debe ser la lealtad a la Constitución y la aceptación de los valores y de las reglas de juego constitucionales, no en su caso, la identidad racial, étnica, religiosa u cualquier otra que pueda utilizarse para la lucha “patriótica”, puesto a que como apuntaba La Bruyére “no hay patria alguna en el despotismo”.

Esta concepción del patriotismo nos permite convivir en mayor armonía en un Estado Social y Democrático de Derecho. La Constitución es el principal pacto social de la nación, y es donde se encuentra la garantía a las libertades y derechos de todos; así como las prerrogativas necesarias para no volver a caer en el patriotismo irracional que no hace más que construir divisiones sin aportar a la construcción de un colectivo.

En la República Dominicana es imperante la necesidad de generar esa lealtad a la Constitución y sus principios como instrumentos para la vida en sociedad. La falta de identidad hacia una cultura constitucional, por parte de las autoridades y la población, hace de difícil aplicación la idea de encaminar el país hacía un patriotismo constitucional, donde se asuma que es deber de todos respetar y hacer cumplir la Constitución. En fin, el patriotismo que necesitamos es aquel que busca la promoción de los derechos de los ciudadanos/as, aquel que ambiciona la unión de la nación en el desarrollo de la democracia y el Estado de Derecho, ya que como afirmaba Montesquieu, “el amor de la república, en una democracia, es el de la democracia, el amor de la democracia es el de la igualdad”.

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