Este domingo 19 de mayo el pueblo dominicano, en las urnas, decidirá quienes serán los responsables de dirigir el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo de nuestra nación para los próximos cuatro años. Al momento de redactar este artículo todavía el pueblo se encontraba ejerciendo el supremo derecho de acudir a las urnas y elegir a sus gobernantes, mientras que los resultados serían dados a conocer en la noche de este domingo.
Sin importar quiénes sean los elegidos, lo importante es que todos los partidos y candidatos que participaron, hayan sido ganadores o perdedores, asuman la responsabilidad patriótica de respetar la decisión de las mayorías. Todos deben entender que a un proceso electoral se va a ganar o a perder. Y que para ser un buen ganador es necesario también saber ser un buen perdedor.
Confiamos en que el país seguirá tranquilo, calmado y en paz después de este proceso del domingo 19. La República Dominicana, esa patria que tanto amamos y a la que tanto queremos ayudar, debe continuar su sendero de estabilidad política y social, independientemente de que el presidente Abinader logre la reelección en primera vuelta o de que haya una segunda vuelta para definir el ganador el próximo 30 de junio. El país está y siempre debe estar, por encima de los intereses de todo los partidos.
La Biblia nos llama a buscar la paz de Dios y tenerla siempre con nosotros. En Filipenses capítulo 4, versículos 6 y 7, el apóstol Pablo nos da el siguiente mensaje: “Por nada estéis afanosos; sino sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Y esa paz que nos da Dios a través de Jesús, es la que debemos todos mantener y preservar en este proceso electoral. Cada uno de los actores del proceso, sin importar si ganó o perdió, no debe afanarse ni radicalizarse, debe mantener la calma, la armonía y el sosiego para que se preserve la estabilidad en nuestra nación.
Los ganadores, quienes sean, deben saber manejar su triunfo. Deben ser humildes, dejar atrás la prepotencia, y comprender que todos los sectores del país, incluídos los perdedores, son necesarios para seguir gobernando en paz y estabilidad. Los perdedores, quienes sean, deben entender el momento y no frustrarse. Deben asumir la experiencia y sacar las enseñanzas necesarias para que, en un próximo proceso, puedan sacar mayores ventajas y alcanzar el éxito. Y lo más importante: Deben entender que el mundo no se acaba con estas elecciones y que ellos son absolutamente necesarios para que la democracia dominicana continúe funcionando, y se fortalezca cada vez más y más.
En el caso de la Junta Central Electoral, organismo que sirve de árbitro en el proceso, debe evitar por todos los medios que se cometan injusticias o discriminación contra alguno de los actores políticos que participan en la contienda. La JCE no se puede dejar doblegar por el poder ni por ningún sector, y debe dar los resultados de forma objetiva, en tiempo rápido y con una completa veracidad. De igual manera, esperamos que la JCE sea drástica con los delitos electorales que se cometan, sin importar cuál sea el sector político que los ejecute.
Si acaso sucediesen algunas situaciones de conflicto, esperamos que el Tribunal Superior Electoral pueda ejercer su papel de juez con absoluta independencia y objetividad, debido a que sus últimas decisiones han estado claramente parcializadas hacia el partido de gobierno. El juez presidente del TSE ha dejado muchas dudas en sus actuaciones y declaraciones, por lo que oramos para que, si se producen conflictos en algunas candidaturas, ese organismo sea capaz de actuar con un real sentido de justicia, de equilibrio y de apego a la verdad.
Confiamos en que el partido de gobierno, y todos los partidos de la oposición, sabrán jugar su rol de forma responsable, sabrán asumir los resultados electorales aunque no les favorezcan y pondrán todo de su parte para nuestra nación continúe transitando el camino de la paz, de la armonía, de la hermandad y la estabilidad plenas. Oramos a nuestro Dios Todopoderoso, para que su mano protectora siga cuidando y bendiciendo la democracia dominicana. Todo va a quedar bien. Amén.