Por el comportamiento generalizado que se observa en la población, con sus honrosas excepciones, se puede interpretar que existe una actitud de flexibilización en torno a las prevenciones ante el Covid-19.

Puede decirse, sin temor a un gran margen de equivocación, que la gente le está perdiendo el miedo a la pandemia. Es un comportamiento peligroso y preocupante, porque ni las estadísticas que se ofrecen a diario, ni las declaraciones de las autoridades competentes sobre el tema, avalan a que se baje la guardia.

Pero en las calles se observa cada día con mayor presencia la inobservancia del distanciamiento social, el mal uso de las mascarillas, y su desuso. Y las demandas de que haya flexibilización en algunas fechas de este mes, siguen desde diversos sectores. Algunas sutiles y otras más directas. Pero presionan.

Se asocia ese comportamiento al acomodamiento que tienden las personas a adoptar para ajustarse a situaciones incómodas. Y ocho meses de restricciones, con algunas etapas de confinamiento total, es un tiempo largo que produce ansiedad y necesidad de distensión.

Sin embargo, un desahogo desorganizado, fuera de planificación, puede ser un paso en falso que contribuya a un retroceso. Y las estadísticas oficiales acerca la pandemia, aunque con poca o ninguna cifra de muerte, siguen reportando nuevos casos de contagios, a veces con números de tres dígitos altos. El boletín del Ministerio de Salud Pública emitido ayer no reporta muerte por Covid en las últimas 24 horas, pero sí recoge 798 nuevos contagios.

Son cifras para no bajar la guardia, para que la ciudadanía no se duerma en sus laureles y crea que la pandemia ya despareció. Y decimos la ciudadanía porque independientemente de las medidas que adopten las autoridades para evitar la expansión del virus, de nada sirven las disposiciones oficiales si no hay cumplimiento.

La conciencia ciudadana de que la pandemia pende sobre la salud de la gente, que la amenaza y pone en riesgo constante, es tan importante para el control de la enfermedad como los medicamentos que puedan aplicarse para su cura.

Es necesario que la gente entienda y asimile que la prevención es la única vacuna que por el momento hay para evitar la expansión del virus.

No bajar la guardia ni relajar el cumplimiento de las medidas deben ser el norte de todos.

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