Ya habíamos mencionado la importancia de este trabajo desarrollado por el Centro Terwilliger para la Innovación. Su importancia no es llevarnos a través de sus páginas a decirnos lo importante que es una vivienda. El que la tiene la da por sentado, el que la añora tiene claro cómo cambiará su vida y la de su familia positivamente.

Hábitat para la Humanidad ha dedicado el esfuerzo y los recursos de muchas personas y gobiernos para enfrentar uno de los elementos de injusticia social que más pueden afectar a una familia. Incide en la salud, en la educación, en la seguridad. Pero va más lejos, y no necesitamos de un estudio para que nos de en la cara una realidad lacerante, y es la promiscuidad resultante de la ausencia de una vivienda digna.

Recordemos, como habíamos escrito en el artículo anterior, que este estudio fue posible gracias a la participación de Marja Hoek-Smit, de la Universidad de Pensilvania; Artur Acolin, de la Universidad de Washington; y Richard Green, de la Universidad del Sur de California.

Los países analizados para determinar el tamaño de las viviendas son economías tan diferentes como India, Kenya México, Perú y las Filipinas. No importa el país, no importa el ingreso, la necesidad es común: una vivienda segura.

Siempre hemos hablado de que cada experiencia negativa trae consigo una lección, una esperanza, siempre algo positivo.
Cuando se inicia la pandemia todos sabíamos que hacían falta viviendas, era la preocupación de Hábitat para la Humanidad en todo el mundo, de muchas organizaciones sin fines de lucro, de los gobiernos y del sector privado, algunos con más consciencia sobre el problema que otros.

Lo que nunca soñamos fue que un virus cambiaría de repente, no una crisis económica, no el mal manejo de un país, paralizaría todas las economías mundiales y una de las formas de evitar una propagación mayor con sus letales consecuencias, era quedándose en casa. Todavía muchos debemos quedarnos en casa y no los recuerda el peligro del contagio y un mensaje en nuestros celulares que la empresa Claro ha puesto para que seamos todos parte de la solución contra el virus “quédate en casa”.

El estudio analiza los diferentes tipos de viviendas e investiga sobre cuanta estadística está disponible y cómo esas estadísticas subestiman el papel de las viviendas en la economía, como consecuencia de la informalidad de los países en desarrollo.
Uno de los problemas para hacer el análisis entre países es la inconsistencia en la forma como cada uno presenta sus registros de cuentas nacionales.

Muchas veces esos números no asumen el impacto que más allá de los números, sobre el Producto Interno Bruto. La importancia no contabilizada de importantes economías en los presupuestos de salud y miles de impactos en servicios sociales, resultante de viviendas de calidad.

En países donde los datos están disponibles, la inversión en viviendas sociales puede representar entre un 1.7% hasta un 6.9% con un promedio de 3.7%. Imaginarse lo que podría significar para una economía que la inversión pública conjunta del gobierno y el sector privado pudiese ser de un 10%, su efecto multiplicador sería impresionante.

Países como México, Brasil y Perú la inversión está entre un 2. % y un 3% del Producto Interno Bruto y si se suma la inversión en viviendas y servicios esto puede llegar a representar en estos tres países un promedio del 13.1%

Imaginamos el efecto que tendría sobre nuestra economía un plan amplio de viviendas más allá de las posibilidades del gobierno, una tarea conjunta con efectos sobre el empleo y la economía. El sector de la construcción en Perú emplea el 5% de la población activa, en México hasta un 7%, el nuestro está entre estos promedios, no mucho más.

Lo preocupante es que los países no están conscientes de estas necesidades de viviendas económicas. De 196 países con propuestas de cómo enfrentar la crisis generada por el Covid-19 sólo 22 incluyen en esas medias la construcción como un factor de recuperación. Nosotros estamos entre esos 22 pero se hace necesario un mayor esfuerzo conjunto, no políticas aislada gobierno y sector privado.

Las recomendaciones de los autores del estudio es desarrollar sinergia entre sector público y privado, creando un impacto tremendo sobre la recuperación económica. Mejorar la información de datos sobre el déficit habitacional, para tener una idea más clara de la inmensa necesidad habitacional, rediseño de planes y modelos de viviendas mucho más ahora que se está creando el Ministerio de la Vivienda, aprovechar la oportunidad que nos brinda una crisis para crear un sistema que, más que de viviendas, sea un modelo de justicia social y de impulso al desarrollo económico, social y sanitario que la pandemia nos ha dado

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